viernes, 7 de septiembre de 2012

Capítulo 6.

Anna respondió al beso, incluso agarró un puño de mi camisa y me pegó más a ella. Entreabrí nuestras bocas, y aquello hizo aumentar la temperatura y la pasión del beso. Mi lengua se coló entre sus labios y viajó por su boca, sintiendo que aquel beso era el mejor que me habían dado en toda mi vida.
Pero entonces me bajé de aquella nube en la que Anna me había elevado con sus labios, y me di cuenta de cual era la realidad. Eso no podía estar pasando. Entonces me separé de ella, aunque mi cuerpo deseaba no parar, no parar en toda la noche.
- S.será m.mej.or qu.e me v.vaya... -murmuré a milímetros de sus labios, y me levanté corriendo del sofá, cogí mi abrigo y salí de su casa. Sin escuchar lo que ella me dijo, si es que me dijo algo.
Aún tambaleándome por los efectos del alcohol llegué a mi coche pero decidí dejarlo ahí y llegar caminando a casa. Estaba demasiado borracho para conducir.

Me metí en la cama solo en calzoncillos. Aún hacía frío, pero yo tenía mucho calor, demasiado.
Aquella noche no dormí, no podía dejar de pensar en lo ocurrido. Había besado a Anna y lo peor es que volvería hacerlo. Tenía ganas de ir de nuevo a su casa, y volver a saborear sus labios. Tenía ganas de hacerlo todo con ella pero no podía, yo tenía novia. Yo debería tener ganas solo de estar con Cristina, pero no... No era así.
Sonó el despertador cuando aún estaba sumergido en mis pensamientos. Me duché para despejarme pero no lo conseguí, me dije a mi mismo que aquello tenía que olvidarlo. Que jamás volvería a besar a Anna porque era solo mi amiga y que tenía que hablar con Cris, porque el día anterior no habíamos terminado muy bien.
La llamé por si quería que la fuera a buscar e ir juntos a plató, pero para mi sorpresa me dijo que ella ya estaba allí. Todo bien, hasta que recordé que la noche anterior dejé el coche aparcado cerca de casa de Anna, es decir, cerca de plató y que Cris posiblemente lo vio.

No me quedó otro remedio que ir andando hasta allí, después de tomarme una aspirina, porque sabía que el dolor de cabeza durante el día iba a ser insoportable. Me acordé de Anna, y de que ella también estaría con dolor de cabeza... y sonreí, aún no sé por qué. Supongo que el hecho de que Anna pasara por mi cabeza cada dos por tres me hacía sonreír, cuando aquello en realidad era algo parecido a una tragedia.

- Hola. -escuché una voz al entrar a mi camerino, alguien me estaba esperando y no parecía muy contenta.
- Hola, Cris. -dije girándome y dándole un pico corto, porque ambos lo quisimos así.
- ¿Qué tal? ¿Estuviste toda la tarde en casa?
- ¿Cómo? -pregunté, aquello parecía un interrogatorio.
- Sé que has venido andando, vi tu coche aparcado fuera de plató esta mañana. Y me pregunto cual es el motivo...
- Pues... Ayer Flo me llamó para unos asuntos, y luego me invitó a un par de copas. No quería arriesgarme así que llegué a casa andando y esta mañana vine aquí igual. -aquella fue la mejor excusa que mi mente pudo fabricar con la presión de la mirada asesina de Cris.
- Ahá... -murmuró haciéndome entender que no me creía del todo, pero que no haría más preguntas al respecto.
- Y hablando de Flo, tengo que ir a pedirle mi guión. Luego nos vemos.

Después de un guiño de ojos salí de mi camerino, escapándome de aquel interrogatorio del que creí salir más o menos bien parado.
Entré a Flocución casi sin llamar a la puerta.
- ¿Qué pasa, Martínez? -me preguntó Flo a modo de saludo.
- Aquí estamos... Venía a por mi guión...
Flo me lo dio y me miró.
- ¿Y qué más...?
- Bueno... Quería pedirte un favor...
- Eso suponía... Tú dirás...
- Pues es que ayer quedé con Anna. Bueno, fui a su casa a cenar y bebimos bastante. Total que decidí volver a casa andando y hoy Cris al venir vio mi coche aparcado aquí. Le he dicho que con quien me tomé un par de copas fue contigo, arreglando unos asuntos... Por si te pregunta... Ya sabes...
- Sí. Está bien. Pero... ¿has hecho algo que no deberías con Anna?
- ¡No! Para nada. -aquel beso no fue nada malo, ¿no?- Pero ya sabes como es Cris... Y prefiero no tener problemas...
- Ya... Ahora entiendo porque a Anna le duele tanto la cabeza... ¿Tú igual, no? No quiero fiestecitas cuando hay programa... -dijo riñiéndome entre risas.
- Nunca más. -respondí riéndome, abriendo ya la puerta pero aún mirándole, y cuando me giré para salir tenía a Anna pegada a mí, también despistada con intención de entrar al camerino de Flo. Pero al chocarse conmigo me miró y tras unos segundos sonrió, haciéndome sonreír a mí también.
- Hola... -dijo tímida.
- Buenos días... -respondí con la misma timidez, y dejándole paso para entrar- Nos vemos luego...
Ella asintió algo sonrojada y yo cerré la puerta, apoyándome en ella y resoplé. ¿Sabéis cuando sentís un golpe rápido y fuerte en el estómago? Justo eso sentí al verla. Justo eso.

Durante el programa sentí la presión que Cris me provocaba al estar detrás de las cámaras. Sentí que me vigilaba y odiaba eso. Pero después de publicidad tuvo que irse a un reportaje y yo me alegré de ello. Así que me mostré mucho más relajado ante las cámaras y ante Anna, a la que miraba y sonreía cada vez que tenía oportunidad.
Terminó el programa y recogí mis cosas. Antes de salir de redacción pasé por el camerino de Anna, el cual tenía la puerta entornada. Entré sin que ella se diera cuenta, y la vi rebuscando algo en su bolso, vi que al lado tenía un vaso de agua lleno.
- ¿No estarás buscando algo así? -pregunté asustándola y mostrándole una caja de aspirinas, que yo mismo había traído esta mañana de mi casa.
- Sí... No encuentro las mías... -me dijo cuando se calmó del susto.
- ¿Te duele mucho la cabeza?
- Puf... ¿Esto es lo que se llama resaca, no?
- Jajajaja, abuela, que sé que usted se ha emborrachado mucho... No vaya de santita...
- Mucho, mucho no, eh... Alguna que otra vez... Por cierto, -dijo tomándose una de mis aspirinas- esto de entrar a mi camerino sin permiso... No lo veo bien, eh...
- Ha sido por una buena causa... -dije haciéndome el niño bueno.
- Claro... Oye... Gracias por la noche de ayer...
- Gracias a ti... Me lo pasé muy bien...
- Yo... Yo también... -volvió a sonrojarse- Pero... me quedé con las ganas de algo...

domingo, 2 de septiembre de 2012

Capítulo 5.

Anna me miró sorprendida. Y yo me permití el lujo de observarla. Pijama gris, moño y ojos vidriosos de nuevo. Y aún así, estaba guapísima.
- No hace falta... -dijo cansada.
- Vamos... Me he pasado toda la tarde comprando... Traigo los mejores nachos del mejor mexicano de Madrid... Y me he puesto tu camisa favorita... -respondí apoyándome en el marco de la puerta, añadiendo una sonrisa al final.
- Bueno... Solo porque te has molestado en cambiarte y ponerte esta camisa... Conoces demasiado bien mis puntos débiles... -respondió sonriendo por fin y apartándose de la puerta para que yo pasara- Perdona el desorden... Y mis pintas...
- Jajajaja, que boba eres! Estás preciosa! -dije dejando las bolsas en la cocina.
- Calla, anda! Voy a cambiarme, ¿vale? Me tendré que poner más decente que tú estás muy guapo...
Sonreí tímidamente. - No hace falta que te cambies si estás cómoda así.
- Pero es que... Tú arreglado y yo en pijama...
- Ahora lo soluciono. Espérame aquí. -dije de pronto saliendo de la cocina y adentrándome en el pasillo del piso de Anna.
Llegué a su habitación, ya la conocía porque no era la primera vez que iba a su casa. Rebusqué en sus cajones y encontré lo que buscaba. Me cambié y salí. Sí, con pijama. Con el pijama menos "femenino" que encontré de Anna y con la camiseta blanca que llevaba ya debajo de la camisa.
- Qué flaca estás, casi ni me cabe. -dije entrando en el salón. Anna rápidamente empezó a reír.
- ¿Pero qué haces? -preguntó aún riéndose- Estás loco! -me dijo sentándose en el sofá para seguir riéndose.
- ¿A qué me queda bien? -pregunté posando con toda la feminidad que tenía dentro, que espero que fuera poca... Anna solo se reía y asentía y yo aproveché para sentarme al lado de ella- No sabes como echaba de menos tu risa...
De pronto su risa se acabó y sus labios formaron una sonrisa preciosa. - ¿De verdad?
Asentí. - Complemente. Y echaba mucho de menos hacerte reír.
Esta vez su respuesta fue un abrazo. Un abrazo que no sé quien necesitaba más de los dos, si ella o yo. Y eso que ella lo estaba pasando mal, pero yo sentía que ese abrazo era lo que yo estaba esperando desde hace tiempo.
Mantuve el cuerpo de Anna entre mis brazos durante varios minutos que quizás a mí se me hicieron demasiado cortos. Al separarse de mí note que las lágrimas estaban a punto de salir de sus ojos y ella se estaba conteniendo.
- Cuqui, llora si es lo que necesitas...
- Es que... no quiero llorar más... -dijo cuando ya caían por sus mejillas algunas lágrimas. Yo me acerqué más a ella, y sequé sus mejillas con mis pulgares.
- ¿Quieres contarme que ha pasado?
Ella asintió. - P.pues como te dije... Quedábamos poco y discutíamos... Podíamos estar semanas sin hacer el amor y parece que ninguno lo necesitaba...
- Joder. -dije sin pensar, cortándola.
- ¿Qu.é pasa?
- Nada, nada...
- Va, dime. ¿Qué pasa?
- Que tiene que ser muy tonto para no querer hacer el amor contigo... -Anna me miró conteniéndose una sonrisa y haciéndose la sorprendida- ¿Qué? No me mires así... No he dicho nada raro... -dije al ver como me miraba- Va, sigue contando... -añadí para que aquello se olvidara y entonces me sonrió y continuó hablando.
- Pues, ayer estuvimos hablando por teléfono. Y discutimos otra vez, por una tontería. Total, que le dije que este fin de semana no quería verle porque para discutir prefería aprovechar el tiempo con mi familia, y él me dijo que mejor, que tampoco quería verme. Y entonces le dije que si no queríamos vernos era mejor dejarlo y él, como si lo estuviera deseando, me dio la razón y colgó. Y supongo que ya está, se acabó... -después de terminar de hablar, sus ojos se encharcaron de nuevo y ella se los tapó con las manos.
- Este tío es gilipollas. -Anna volvió a mirarme- Lo siento. Pero, ¿cómo te deja escapar? No tiene ni idea de lo que ha hecho...
- Joder, Dani... No sabes como te necesitaba... -respondió sonriendo aún con lágrimas en los ojos, y rápidamente se enganchó a mi cuello abrazándome. Yo puse mis manos en su cintura y la pegué a mí.
- Lo siento... Esto tendríamos que haberlo hecho ayer y no hoy...
- No pasa nada. Más vale tarde que nunca, ¿o no? -me susurró al oído. Y yo sin poder evitarlo me estremecí- Llevas quince minutos aquí y ya me has hecho sonreír más que en todo lo que llevo de día y eso es lo que importa.
- Pues te queda mucha noche, baby... -dije en plan seductor haciéndola reír otra vez- ¿Cenamos? Te conozco y sé que esto de Miki está haciendo que comas poco y mal, pero a unos nachos ricos ricos no te puedes negar, ¿a qué no?
- No, la verdad es que no. -respondió levantándose y ambos fuimos a la cocina, preparamos los platos y fuimos al salón de nuevo, donde cenamos viendo una película.

Cuando la película terminó, Anna me miró esperando que yo dijera algo, que le ofreciera el siguiente plan, y así lo hice.
- Ahora viene lo mejor. -le dije levantándome y trayendo las botellas de alcohol.
- ¿Me vas a emborrachar? -preguntó pícara.
- No, te vas a emborrachar tú solita...
- Ya sabes que no soy muy de beber.
- Vamos... Esto es lo mejor para olvidarte de cualquier cosa. Te lo digo yo. -añadí riéndome.
- Bueno, si me lo dice un experto en alcohol como tú me lo creo.
- ¿Experto en alcohol? Es la manera más suave de llamarme borracho, ¿no? -pregunté haciéndome el ofendido. Y ella asentió riéndose. Y haciéndome reír a mí.

Preparé las primeras copas para ambos, bastante cargadas. Y para mi sorpresa en cuestión de dos tragos Anna se la terminó.
- Abuela, baje el ritmo que no te podré seguir...
- Ponme otra, va... -dijo cuando vio que yo también me había terminado la mía. Obedecí y después de dársela puse música.

- ¿Bailamos? -pregunté con la que ya era la tercera copa en la mano. Ella sin mediar palabra me agarró y se puso a bailar, y yo intenté seguirla.
- Creo que me está subiendo... -me confesó al oído después de beberse el último trago de la que era también su tercera copa.
- Esa es la idea... -dije yo, que también empecé a notar los efectos del alcohol.
- ¿Vas a aprovecharte de mí? -me susurró. Sí, efectivamente el alcohol le estaba subiendo.
- Intentaré contenerme... -dije pensando en alto. Yo también estaba cogiendo el puntillo. Anna sonrió y siguió bailando como una loca. Yo solo la observaba, no necesitaba más.
¿Por qué mi amiga, medio borracha, desmaquillada, despeinada y en pijama me estaba resultando tan sexy? -me pregunté varias veces durante la noche. Recordándome a mí mismo lo que alcohol me hacía olvidar por momentos: que Anna era solo mi amiga y que yo tenía novia.


- Buf... no puedo más... -dijo ella dejándose caer en el sillón cuando vio que la segunda botella estaba completamente vacía.
- Yo tampoco... Voy a ponerme mi ropa... Aunque este pijama me queda muy bien... -dije con un tono parecido al de Boris Izaguirre y mientras escuchaba su risa en el salón, me cambié en su habitación. Con los tejanos puestos y la camisa medio abrochada, me senté a su lado, con la idea de ir despidiéndome, ya era tarde y al día siguiente el trabajo nos esperaba.
- Bueno... Ya es tarde...
- Quédate un rato más... La última copa... -me dijo mirándome y yo no pude negarme. Abrí la tercera botella y nos puse una copa a ambos.
La música seguía sonando pero nosotros ya no teníamos fuerza para bailar, aunque Anna movía sus brazos al ritmo de la canción, aún sentada en el sofá.
- Eh! Me vas a echar la copa encima, loca! -dije cuando el brazo que sostenía su copa se movía cada vez más rápido. Ella se rió y yo me reí con ella, durante un rato. Estábamos borrachos, de eso no tengo duda.
- O.oye Dan.i... -empezó a hablarme ella, dejando su copa en la mesa, y paró de reírse. Se puso más seria, y se colocó en frente de mí, cara a cara.
- D.dime...
- M.mi pijama... que te quedaba... muy bien... -terminó diciendo, bastante cerca de mí.
- ¿S.sí verdad? Yo también lo cr.eo... ¿M.me lo puedo llevar a casa?
Ella se rió y asintió y ambos, como un acto reflejo, nos acercamos más. La miré a los ojos pero mi mirada quería bajar hasta sus labios y así lo hice. Observe su boca, sus labios húmedos y volví a mirarla a los ojos, para ver que ella también tenía la vista fijada en mi boca. Y entonces me mordí el labio inferior, volviendo a descender con mi mirada a sus labios.
Y supongo que el deseo invadió mi conciencia y el alcohol me empujó a ello, por eso, cerré mis ojos, recorté la distancia y la besé.