miércoles, 22 de agosto de 2012

Capítulo 4.

Mierda. Anna ayer me necesitaba y yo como un subnormal no estuve con ella... Y quería volver a ser su mejor amigo, el de antes, el que no le fallaba nunca... Y en un par de días todo a la mierda. El intento se ha quedado en eso, en un simple intento.
Arranqué el coche y fui directo a plató, esperando encontrármela allí.
- ¿Ha llegado ya Anna? -pregunté a Flo cuando vino a entregarme el guión.
- Sí. Creo que está en su camerino. ¿Ya te has enterado?
- Sí. Ayer me mandó un mensaje y lo he visto hoy... Voy a hablar con ella...
- Inténtalo...

Así lo hice. Fui a su camerino, llamé un par de veces y al ver que nadie me contestaba abrí yo solo la puerta. No estaba allí. Fui a la terraza pensando que quizás estaría fumando, y acerté.
- Anna... -dije acercándome a ella, que estaba de espaldas a mí.
Ella se giró. - Hola. -dijo seca. Tenía los ojos vidriosos, y se notaba que había pasado mala noche.
- Lo siento, vi hoy el mensaje...
- Da igual. Esperé tener un amigo con el que desahogarme, y creí que ese serías tú, pero no fue así.
- Joder, Anna... Tenía el móvil apagado. No lo vi, lo siento.
- Te he dicho que da igual. Ahora no arreglas nada. Siempre pasa lo mismo. Siempre tienes una excusa preparada. Ayer no tenías el móvil encendido, el otro día Cris te llamó para ir a no sé donde y me dejaste plantada. Y así siempre y estoy harta. Ayer solo necesitaba cariño y apoyo de un amigo, pero empiezo a creer que contigo la palabra "amistad" no vale nada. -me dijo mirándome con los ojos brillantes.
- No digas eso... Siempre voy a ser tu amigo. Fue un error, lo sé... Pero ya está por favor... Voy a estar aquí siempre que me necesites.
- Ayer te necesitaba. ¿Sabes? Te necesitaba más que a nadie. ¿Y dónde estabas? ¿Qué hacías? No lo quiero ni saber. Solo sé que no estabas conmigo, no estabas con tu "amiga".
- Joder. Pero hoy estoy aquí, contigo. Vamos a tomar algo y así te despejas, ¿vale?
- No. Ahora salgo un rato con Raúl.
- Puedo ir yo también, así los dos te animamos... -dije como último intento para estar con ella.
- No. Ayer estuve con él a solas, y no me hizo falta nadie más. -respondió seria. Y esa respuesta me dolió. Demasiado.

No dije nada más y vi como se iba tras apagar el cigarro. Después de quedarme un rato allí plantado, mirando la calle y la gente que pasaba por allí, bajé de nuevo para leerme el guión.
Raúl y Anna no aparecieron a la hora de comer, se comentaba que se habían ido ellos dos por ahí y yo comí con Cristina apartados del resto.
Llegó la hora de empezar el programa y por fin la vi de nuevo. Iba preciosa. Más que cualquier otro día. Tenía un encanto especial... Un vestido azul ceñizo que marcaba cada una de sus curvas.
Aquel día me salí del guión más de lo habitual, le eché aquellos piropos que en Tonterías las Justas eran tan  comunes y en Otra Movida casi inexistentes. Y ella me respondía o simplemente sonría, con lo que yo ya me quedaba satisfecho.

- ¿Cuántos piropitos hoy, no? -me pregunto Cristina nada más terminar la reunión post-programa.
Yo resoplé. - Mira, Anna está mal. Acaba de dejarlo con Miki, es mi amiga y quiero animarla. ¿Tiene eso algo de malo?
- Hombre, estás con ella todo el programa, salgo yo diez minutos y ni siquiera me miras.
- ¡Joder! ¿Puedes dejar de querer ser el centro de atención siempre? -pregunté mosqueado. Estábamos en mi camerino y supuse que nadie nos escucharía.
-¿Cómo? ¿Qué cojones te pasa, eh!? -replicó en un grito ella.
- Lo siento. No me gusta ver mal a mi amiga, y me jode que tú quieras seguir teniendo toda mi atención. Llevo meses teniendo solo ojos para ti, ¿puedes entender que quiera estar más con la que fue mi mejor amiga durante meses, ahora que está mal?
- Que sí, lo que tú digas. Nos vemos mañana.
- Adiós. -y me acerqué a ella dejándole un beso muy corto y seco en los labios. Ella abrió la puerta y se quedó unos segundos mirándome, supongo que esperaba que fuera detrás de ella, que le pidiera pasar toda la tarde juntos, pero no lo hice. Y se fue.

Yo busqué a Anna pero me dijeron que se fue sola. Y en el parking me encontré a Raúl.
- Oye, Raúl, ¿tienes pensado ir a ver a Anna o algo? ¿Habéis quedado?
- No... Pero sí tenía pensado pasarme luego a verla. Necesita ánimos...
- Ya lo sé. Era para decirte que no hace falta que vayas, ya me encargo yo. Se lo debo...
- Vale, no te preocupes. Cuídala y anímala mucho, eh!
- Claro. Gracias, ¡hasta mañana!

Me despedí de él y me fui a hacer unas compras. Cuando terminé volví a casa para ducharme y cambiarme. Me puse una camisa de cuadros que sabía que a Anna le gustaba, porque siempre que me veía con ella me lo decía. Y cuando ya eran algo más de las 8 de la tarde, me metí de nuevo en mi coche, dirección a su casa.
Con las bolsas en la mano, llamé a cualquier otro timbre para que me abrieran la puerta de abajo, y así pude subir hasta la puerta de casa de Anna sin que ella supiera nada. Una vez allí, llamé a su timbre y esperé a que me abriera.
A los pocos segundos, la puerta se abrió.
- Traigo risas, cariño, apoyo, cena y alcohol. ¿Dejas que te compense mi última cagada? Prometo hacerte olvidar cualquier cosa que te haga daño.

domingo, 19 de agosto de 2012

Capítulo 3.

Me dio un par de besos en la mejilla y salió de mi coche. Cuando se volvió a despedir de mí con la mano desde dentro de su portal, arranqué el coche para ir a casa.

Me di una ducha larga, para intentar olvidarme de todo. Me dije a mí mismo que todo esto era una tontería. Que sí, que me encantaba estar con Anna y que con ella me olvidaba de todo, pero eso no significaba nada. Era mi amiga, siempre lo fue y nunca fue nada más que eso. Aunque quizás en muchos momentos deseé que esa barrera de amistad/amor se rompiera pero hacía tiempo que no lo deseaba, hasta hoy, que volvieron mis dudas. No puede ser, no puede ser que por solo pasar una tarde con ella todo lo que había conseguido se derrumbara.
Así llegué a mi cama, donde me metí convencido de que mañana sería otro día, y de que todo volvería a estar como antes. Cristina y yo juntos. Nada más.

El despertador sonó a eso de las 10 de la mañana. Miré mi móvil y tenía un par de llamadas de Cristina y un mensaje.
" Hoy no tengo report, desayunamos juntos?"
Perfecto. "Claro, te paso a buscar en media hora".

Desayunamos en un bar cercano a su casa y me lo pasé bien. Como siempre que estaba con ella. Hice todo lo posible por centrarme en ella únicamente, y por no comparar la diversión que sentía con ella y la que sentía con Anna, por miedo a que Cristina saliera perdiendo.
Oculté el detalle de que el día anterior pasé la tarde con Anna, porque sé que eso a Cris no le habría gustado del todo, o básicamente nada. Y así llegamos a plató. Leí el guión con ella y hasta la hora de comer no vi al resto del equipo.
Con el plato ya en la mesa, vi como Anna llegaba. Le sonreí a modo de saludo, y recibí lo mismo por su parte. Se sentó al lado de Flo, que a su vez estaba a mi lado. Y así empezamos a hablar entre los tres, bueno, Cris también quería formar parte de la conversación, aunque había muchos comentarios que no entendía, ya que eran bromas que solo entendíamos nosotros tres.
- ¡Pero si el parchís es muy divertido! -dijo Anna cuando Flo se estaba burlando de ella, y yo no pude evitar reírme.
- Jajajajajaja, ¡estás hecha una abuela! -dije entre risas.
- ¡Habló! El aficionado al bingo! -replicó ella mirándome y riéndose también. Yo me reí y Flo se extrañó.
- ¿Y eso? -preguntó.
- Éste, que ayer me llevó al bingo! ¡Y luego me llama a mí abuela! -respondió Anna riéndose todavía más. Y Flo se rió también, entendiéndolo todo. En cambio Cris, que escuchó toda la conversación, me echó una mirada fulminante. Y yo me quedé serio.
- ¿Cómo? -me preguntó Cristina, quizás demasiado alto, captando la atención de toda la mesa. Y se levantó enfadada para irse del comedor. Yo resoplé y me levanté también, para ir a buscarla.
- ¡Espera, Cris! -dije saliendo del comedor. Pero ella no me hizo caso y siguió el camino hacia su camerino. Poco antes de que llegara a su puerta, conseguí alcanzarla- Lo siento. -dije mirándola.
- ¿Lo siento? O sea, ayer me dices que estás cansado y que no te apetece quedar, y hoy me entero de que te fuiste con tu amiguita al bingo!
- Me apetecía quedar con ella, ¡hacía mucho que no quedábamos!
- ¿Y qué? ¿Te divertiste mucho? Porque ir al bingo debe de ser muy divertido! -respondió en tono burlón. Pues sí, me lo pasé genial. Pero obviamente eso no se lo dije, ya que no quería enfadarla más.
- Déjalo ya. Lo siento, debí habértelo contado, pero no quería enfadarte. -dije más calmado.
- Déjame. Ya hablaremos. -y cerró de un portazo metiéndose en su camerino.

Yo volví al comedor para terminar de comer y nada más entrar todos me miraron. Pasé de largo y me senté en mi sitio, y Anna al verme se sentó a mi lado.
- ¿Qué ha pasado? ¿He dicho algo malo? -preguntó preocupada en un susurro, para que nadie más escuchara nuestra conversación.
- Cris no sabía que ayer tú y yo habíamos quedado... No se lo dije.
- Lo siento, no lo sabía...
- No te preocupes. No es tu culpa. Debí habérselo contado.
- Pero, ¿por qué se enfada? Es una tontería.
- Cris es muy de enfadarse por tonterías... Estoy acostumbrado... -respondí resignado.
- Pues vaya... Bueno, supongo que la quieres tal y como es, ¿no?
- Supongo que sí... -contesté sin la certeza de estar diciendo toda la verdad.

A Anna la llamaron para ir a maquillaje y yo terminé de comer rápidamente para volver a disculparme con Cris. Pero a ella también la llamaron para maquillarse y el programa empezó sin poder haber hablado con ella.
Al acabar el programa la busqué y la convencí para irnos juntos. La llevé a una heladería y después fuimos a mi casa. Me disculpé las veces que creí necesarias, y conseguí su perdón.
Pasamos el resto de la tarde en la cama. Y sentí que eso era muy rutinario. Yo la cagaba, le pedía perdón, ella se hacía de rogar, yo la invitaba a algún sitio o le compraba algo que le gustara, y nos reconciliábamos en la cama, haciendo el amor sin parar.
Pero había otras muchas cosas de ella que me gustaban y supongo que por eso estaba con ella y hacía todo lo posible para que nuestra relación no se rompiera.

Hicimos el amor una vez más y caí rendido al otro lado de la cama.
El despertador volvió a sonar a la misma hora de siempre. Cris se había ido porque tenía reportaje y yo desayuné solo.
De camino al programa encendí el Iphone, ya que Cristina el día anterior me dijo que lo apagara para que nadie nos interrumpiera.
Segundos antes de abrir el coche, me frené en seco mirando la pantalla de mi móvil.
16 llamadas de Anna. La primera a las 7 y media, y la última a las 12 menos cuarto de la noche.
Y un mensaje.
"Miki y yo lo hemos dejado, necesito hablar con alguien."

miércoles, 15 de agosto de 2012

Capítulo 2.

Se lo pensó unos segundos, me miró y sonrió.
- ¿Eso es un sí? -pregunté.
- Sí... ¿A dónde me llevas?
- Sorpresa.
Ella sonrió. - ¿Vamos en tu coche?
- No, podemos ir andando. -respondí y entonces vi como su cara cambiaba- Abuela, está a dos calles, no tendrá que andar demasiado.
- Vaaaale... -murmuró entre risas. Ser tan vaga, en ella, parecía un encanto.

Efectivamente, cruzamos dos calles y ya estábamos allí.
- Eh, ¡ya sé a donde vamos! -me dijo de pronto ilusionada.
- Ya tardabas... Pensé que ni te acordarías...
- Bueno, es que hace demasiado tiempo que no venimos aquí... ¿Ves? A eso es a lo que me refiero.
- ¿Cómo? -pregunté sin entender nada.
- Da igual. Mejor lo hablamos una vez estemos dentro.

Y así entramos al bar, aquel bar al que íbamos casi cada tarde al acabar el programa. A veces con Flo, con Juanger, o con cualquier otro compañero o amigo, y a veces, ella y yo solos. Y sí, supongo que tenía razón, hacía demasiado tiempo que no íbamos allí.

- ¡Hombre! ¡Los de "Tonterías"! -exclamó el camarero al vernos. Nosotros sonreímos- ¡Cuánto tiempo sin veros por aquí!
Anna me miró. Como diciendo "¿ves? te dije que hacía mucho que no veníamos" y yo de nuevo entendí que las cosas habían cambiado demasiado este tiempo.
- Pues sí... -respondió ella después de un corto pero incómodo silencio.
- ¿Y qué vais a querer?
- Pues a mí me pones una Cocacola, y a ella un café solo.
Y entonces fui yo el que miró a Anna. Y ella me respondió a la mirada, esta vez acompañada de una sonrisa cómplice.
- Vaya... Te acuerdas de lo que siempre pedía... -me dijo una vez el camarero se alejó de la mesa con el pedido apuntado en la libreta.
- Claro. -respondí. Y ella sonrió.- Bueno, ¿qué me querías decir cuando dijiste que hacía demasiado tiempo que no veníamos aquí?
- Pues Dani, ya lo sabes. Desde hace meses estás distante. Y ésta es una prueba más de ello. En "Tonterías"  pasábamos muchas tardes aquí metidos, y dime, ¿cuántas veces hemos venido aquí desde que empezó "Otra Movida"?
Yo me quedé callado. - Ya... Supongo que llevas razón...
- Claro que la llevo. No sé que ha pasado, ni siquiera sé si yo he hecho algo malo, pero no eres el mismo.
- No digas eso. -respondí una vez teníamos lo que pedimos en la mesa- No has hecho nada malo. Supongo que la vida me ha cambiado demasiado. -confesé.
- ¿Por tener una relación estable? Vamos, no digas tonterías. Yo también tengo una relación estable y nunca cambié contigo.
- Pero tu y yo somos diferentes. ¿Sabes cuánto hace que una relación me dura más de tres meses? Ni yo lo recuerdo. Y con Cris voy en serio.
- Me parece perfecto, lo que no veo bien es que te distancies de mí y dejes de ser tan amigo como antes.
- Lo siento... Esta vez intentaré ser como siempre.
- No es la primera vez que me dices esto... Pero supongo que soy demasiado tonta y aquí estoy otra vez, dándote otra oportunidad...
- No te defraudaré. -dije con la mejor intención- Bueno, cuéntame... ¿Qué tal con Miki?
Anna resopló ante mi pregunta. - Bueno... Ahí vamos...
- ¿No estáis bien? -pregunté extrañado.
- Pues... Nos vemos poco, y cuando nos vemos discutimos... Así que supongo que muy bien no estamos...
- Vaya... No lo sabía...
Ella sonrió, porque supongo que no tenía una mejor respuesta. - ¿Y tú con Cris?
- Bien, muy bien... -me limité a decir. Quería aprovechar la tarde para hablar de otras cosas que no fueran nuestras respectivas parejas.
Cuando me di cuenta, su café se había terminado, así que me bebí el último trago que le quedaba a mi Cocacola y me levanté para pagar.
- ¿Vamos? -pregunté de pie a su lado.
- Claro. -se levantó y salió del bar.- Bueno, gracias por invitarme.
- ¿Te estás despidiendo ya? -pregunté.
- Sí... ¿no? -dijo insegura.
- Bueno, tenía pensado llevarte a otro sitio...
- ¿Ah sí? -su cara cambió, creo que aquello le hizo ilusión.
- Claro. ¿Quieres?
- ¡Sí! Pero si vamos en coche...
Riéndome asentí. - Está bien...
Llegamos hasta mi coche hablando de tonterías y una vez estábamos montados en él me preguntó.
- ¿Tienes el disco aquel que tanto me gustaba?
- Está en su sitio. -respondí. Y ella, como si aquel fuera su coche, abrió la guantera y rebuscó hasta encontrarlo.
- ¿Lo puedo poner? -preguntó con él en la mano.
- Hombre... Ya que me has desordenado todo lo que había en la guantera, por lo menos que sirva de algo...
Y mientras se reía lo puso. Y empezó a sonar una de sus canciones favoritas, y así lo demostró cantando como una loca a mi lado.
- "Cambiar un “no me creo nada” por “te quiero, chaval”, cualquier excusa, una chorrada, es buena para brindar, soltar en una carcajada todo el aire y después respirar."

Y así todo el camino. Mientras la escuchaba pensé en todas las veces en las que la llamé "abuela" o "vaga" y me di cuenta que, en realidad, Anna era la persona con más vitalidad que había conocido nunca. Y eso me hizo sonreír. 
- ¿Ya hemos llegado? -preguntó cuando estaba aparcando el coche. No contesté porque la respuesta era obvia, y así lo entendió ella. Bajamos del coche y miró a su alrededor- ¿Esto es en serio? -preguntó una vez vio donde estábamos. Yo me reí- Dani... ¿me has traído al bingo? 
- Sí. 
Y ella se empezó a reír. 
- Estás tonto... ¿Y se puede saber por qué me has traído aquí? 
- Bueno, es que aquí sé que te sentirás como en casa. -dije entre risas- Y además, tenemos algo pendiente, ¿recuerdas?
- ¿Aún sigues con eso? -me preguntó riéndose todavía más.
- Hombre, cuando me quedaba un número para cantar bingo me cambiaste el cartón y al final te llevaste tú el premio, tramposa. Eso no iba a quedar así. 
- Jajajajajaja, ¡pero si con el dinero que gané te invité a cenar! ¡La cuenta está más que saldada! -replicó ella con toda la razón del mundo- Esto es una excusa porque tienes ganas de jugar al bingo, y claro... Me traes a mí como coartada para no parecer un abuelo... ¡Pero lo eres!

Negué con la cabeza mientras ambos nos reíamos. No sé muy bien por qué la llevé allí, supongo que necesitaba verla así, riendo a carcajada limpia gracias a alguna de mis tontadas.
Y pasamos toda la tarde en el bingo, riéndonos de cualquier cosa, hasta que eran algo más de las 9 de la noche y decidimos que era hora de irnos. 
- Pues hoy no nos hemos llevado nada... -dijo ella cuando ya la estaba llevando a casa en coche. 
- No... Eso debe de ser una señal para que volvamos otro día... -respondí y ella volvió a reírse. 

- Bueno... Gracias por la tarde de hoy... Lo necesitaba... -me dijo cuando llegamos a su portal. 
- Yo también lo necesitaba... Mucho... -respondí con total sinceridad. 
Después de sonreír, volvió a hablar. - Pues... Nos vemos mañana... 
- Sí... Buenas noches... 
- Buenas noches... -respondió cuando nuestras miradas se cruzaron para quedarnos mirando fijamente. Y fue ahí, cuando mis ojos se fijaron en sus ojos azules, cuando entendí que solo bastaba una tarde con ella para que mis pensamientos se descolocaran por completo. 

martes, 7 de agosto de 2012

Capítulo 1.

Me dormí sin recibir respuesta al mensaje. Y me desperté igual. Nada, ni un solo "no te preocupes" o ni siquiera un "no te creo". Nada.
Después de desayunar y prepararme, salí directo a plató. Cris no iba conmigo, tenía un reportaje, y muy en el fondo me alegré de ello. "Podré hablar con Anna" me dije a mí mismo.
Grabé un par de cosas con Flo para el programa, y cuando me disponía a ir a mi camerino a leer el guión de ese día, vi como ella entraba por la puerta principal de producción.
- ¡Anna! -la llamé, cuando empecé a caminar hacia ella. Anna me miró con el semblante serio.
- Hola. -me dijo secamente cuando llegué a su lado.
- ¿Leíste el mensaje de ayer?
- Sí.
- ¿Por qué no respondiste? -pregunté.
- No tenía nada que responderte.
- Joder... -dije mirando al suelo. Aquella respuesta no me gustó nada.
- ¿Joder qué? Con un "lo siento" no arreglas nada, Dani. ¿Tengo que recordarte que ayer me dejaste tirada?
- ¡Ya lo sé! -exclamé algo irritado- ¡Pero te llamé para explicarte lo que me pasó!
- Ah sí. Que Cris se había emperrado en ir a no sé donde y necesitaba con urgencia que la acompañaras...
- ¡Exacto! ¿Y qué querías que hiciera?
- ¿Decirle que no? ¿Quizás explicarle que ya tenías otros planes? Mira, dejemos el tema. No tengo nada más que hablar contigo.
- Pero Anna...
- Dani, -dijo cortándome- ya está. Hasta luego.

Resoplando observé como ella se alejaba. Estaba claro que la había cagado. Ella misma ayer, enfadada conmigo, me dijo que llevaba tiempo diferente. Quizás tenía razón, y llevaba unos meses distante... Tenía claro que debía arreglar aquello de alguna manera y un "lo siento" no era suficiente.

Hicimos el programa y en la publicidad estuve con Cristina, aunque yo tenía la cabeza en otro lado. Cuando terminamos y ya eran casi las 6 de la tarde, Cris se me acercó.
- Cariño, voy al centro a hacer unas compras ¿quieres venir?
El plan no me apetecía nada, así que le dije lo que sentía.
- No... No me apetece. Hoy estoy cansado... Nos vemos mañana, mejor.
- ¿Mañana? ¿No quieres que duerma hoy en tu casa? -preguntó ofendida.
- No, ya te he dicho que estoy cansado... Pásatelo bien, y no gastes mucho, eh. -dije en broma, para evitar que se enfadara. Pero no, ni una sonrisa saqué de ella. Me dio un pico muy corto y muy seco y se fue de allí.

Sin darle mucha importancia a eso, esperé en la puerta a que Anna saliera ya que quería hablar con ella sobre todo lo sucedido. Y cuando por fin vi su pelo rubio, me acerqué.
- Anna... ¿Quieres ir a tomar algo conmigo?
Sus ojos se abrieron como platos al oír mi pregunta. ¿Tan raro era que yo le ofreciera un plan? Se quedó pensativa unos segundos, hasta que respondió:
- No... Será mejor que nos veamos mañana.
- ¿Por qué?
- Porque sí. Además, tengo cosas que hacer. -dijo de pronto.
- ¿Qué cosas? -pregunté intrigado.
- Cosas...
- El ganchillo puede esperar...
Y por fin conseguí que sus labios formaran una tímida sonrisa, que ella rápidamente quiso esconder.
- No te creas. Estoy terminando mi bufanda.
- Simon, estamos en marzo, cuando la termines se te estará echando el mes de agosto encima.
- Pues ya la tendré para el invierno que viene. -replicó orgullosa, haciéndome sonreír.
- ¿Entonces, te vienes...? -pregunté de nuevo.
- No. Sigo enfadada contigo. -respondió cruzándose de brazos.
- Vamos... Sabes que lo pasaremos bien... No me puedes decir que no...

lunes, 6 de agosto de 2012

Nueva historia. Prólogo

- Buf... Ha estado genial... -me dijo mientras yo me dejaba caer agotado en el otro lado de la cama.
- Sí... -respondí no muy convencido. La verdad es que mientras hacíamos el amor estuve distraído pensando en lo que me sucedió aquella misma tarde.
Cuando me di cuenta, estaba solo en la cama. Supuse que Cris había ido al baño, y de nuevo me sumergí en mis pensamientos.
Las cosas no estaban yendo bien o eso parecía, pero yo no encontraba problemas, hasta que Anna, después de lo sucedido aquella misma tarde, me dijo que había cambiado y que no era como ella pensaba.
Quise olvidarme de eso cuando Cris volvió y se tumbó a mi lado. Parecía cansada y dispuesta a empezar a dormir, así que, después de darle un beso, me giré para dormir yo también. Pero no podía, seguía dándole vueltas a todo lo ocurrido. ¿Pensar toda la noche en lo mismo era señal de arrepentimiento? Supongo que sí,  supongo que en ese preciso momento, me di cuenta de todos los errores que cometí en los últimos meses y por eso cogí mi teléfono, busqué su número en mi agenda, y le mandé un mensaje:

"Lo siento, Anna".

NUEVA HISTORIA.

Después de algo más de un año subiendo capítulos de mi primera historia danna, creía oportuno acabarla, como hice hace un par de días.
Pero, en vista del éxito y de lo cómoda que me siento escribiendo una historia así, he decidido hacer otra, como ya dije hace un tiempo.

Tal y como vosotros me pedisteis, vía twitter, la historia estará protagonizada por Dani Martínez y Anna Simon, igual que en mi primera historia. Pero habrá cambios. Por ejemplo: después de hacer una encuesta en este mismo blog, se decidió que el narrador, ésta vez, fuera Dani.

En un rato, subiré el prólogo de esta nueva historia. Espero que os guste tanto o más como la anterior.
El diseño del blog también está cambiado, aunque es provisional.

Os espero en el blog con la nueva historia, que empezará en pocos minutos.

sábado, 4 de agosto de 2012

Epílogo.

5 de septiembre de 2013. Aeropuerto de Bajaras. Madrid. 

Ya eran las 16.30h. Su llegada se estaba retrasando unos minutos.
Él la espera en el aeropuerto, tiene muchísimas ganas de verla, pero está tardando demasiado. 
Por fin empieza a salir gente. Él la busca entre todas las personas que van saliendo, sin embargo, no la ve.
De pronto, le parece verla saliendo despistada. Siempre despistada. Mirando de un lado a otro. Hasta que sus miradas se cruzan. Sí, es ella, por fin ha llegado.
Ahora ya no hay gente de por medio, hay un largo pasillo que les separa. Ella quiere llegar a su lado cuanto antes y lo intenta cuando empieza a correr, pero lleva sus tacones, sus zapatos preferidos que le hacen el camino realmente complicado. Decidida se los quita, y con ellos en una mano, y la maleta en otra, corre descalza mientras decenas de personas la miran.
Él la espera con los brazos abiertos, quiere abrazarla, hace mucho tiempo que no lo hace.
Su melena rubia se mueve con el aire que golpea su cara. No queda nada, unos pasos más y estará en sus brazos.

Y al fin uno está frente al otro, él la mira embobado, está preciosa, como la última vez que la vio o incluso más. Ella se abalanza sobre él, y él la estrecha en sus brazos. Ambos respiran el perfume del otro y sonríen, porque ya están juntos de nuevo. Pasan los minutos y no se separan. Para ambos el tiempo se ha parado.
Entonces ella le mira. Observa sus ojos verdosos y brillantes y baja la mirada hasta sus labios. Coloca sus manos en cada lado de las mejillas de él, y ambos se acercan, para besarse. Para saborear los labios del otro.
Quizás éste es uno de sus mejores besos, porque hacía demasiado tiempo que no se besaban. Todo un verano sin tocarse, sin sentir el calor del otro, un verano que para ellos ha sido como todo un año, o como todo un siglo.
Con los ojos cerrados, con sus labios unidos, siguen sintiendo esas cosquillas en el estómago. Como el primer día, como la primera vez.
- Te quiero... -dice ella cuando sus labios se separan durante un segundo.
- Te adoro... Te he echado mucho de menos... -le responde él, que sigue perdiendo la compostura cuando se ve reflejado en el mar azul que ella tiene por ojos.
- ¿Vamos a casa? -pregunta ella con los ojos encharcados.
- Vamos...

Y tras un tímido beso, él coge la maleta, ella se pone sus zapatos y cogidos de la mano salen de allí. Ya no tienen el dilema de ir a casa de él, o a casa de ella. Ahora los dos saben donde deben ir. A casa, a casa de ambos. Aquella casa que él compró para sorpresa de ella. Y que ambos decoraron a su gusto, siempre entre risas, besos y caricias.
Durante el viaje en coche ella le cuenta miles de cosas, todo lo que hizo en Canadá. Sí, ha pasado todo este verano en Canadá con sus amigas. Era una oferta imposible de rechazar, ahora que ella vivía en Madrid no las veía tan a menudo como le gustaría, así que este viaje era la oportunidad de vivir todos los momentos que la distancia le estaba impidiendo compartir con sus amigas.
Él la escucha mientras está atento a la carretera. Para él ha sido un verano infernal. En Madrid, en Astorga, en otros muchos sitios pero sin ella... Pero cada vez que recordaba que ella lo estaba pasando bien, él sonreía. Si ella era feliz, él también lo era. Se conformaba con las llamadas telefónicas, con las fotos que ella le mandaba. Eso y el hecho de que cada vez quedaba menos para verla, le ayudaban a aguantar la distancia.

- Por fin. Por fin en casa. -dice ella cuando entra en el salón. Él nada más cerrar la puerta, se acerca a ella y la eleva con sus brazos.
- Por fin estás aquí...
Y ella, sostenida en los brazos de él une de nuevo sus labios.
- Que ordenada la tienes! -exclama observando el salón desde arriba.
- Será porque cierta rubia desordenada no ha pisado esta casa en 3 meses... -murmura él con el tono suficiente para que ella le escuche.
- Puede ser... Siento desilusionarte pero esto en un par de horas va a estar patas arriba... -le dice ella, que aún está siendo sostenida por los brazos de Dani.
- Ya... Como siempre que estás tú aquí... Pero bueno si ordenar la casa cada dos por tres significa que tú estás aquí, me compensa... -responde él, que ahora la mira a los ojos. Ella responde con un beso, dulce y suave.
- ¡Oye! Que tú tampoco eres tan ordenado, eh! -replica ofendida.
- Ya, pero a tu lado soy el más ordenado del mundo... Dame otro beso, anda... -le pide poniendo morritos y cerrando los ojos. Al segundo ya nota los labios húmedos de ella pegados a los suyos. Y sonríe dentro del beso, porque nadie puede hacerse una idea de cuánto ha echado él de menos esta sensación.
Cuando la pasión que conlleva el beso aumenta, él la baja de sus brazos y pronto vuelve a besarla. Ella rodea su cuello con sus manos, y las manos de él descienden de nuevo a sus caderas o quizás más abajo. Anna camina hacia atrás y Dani sigue sus pasos. 3 meses fuera de casa no le han hecho olvidarse de cada una de las habitaciones de ésta, así que llega perfectamente a la habitación de ambos. Donde está su cama esperándoles. Y donde Dani la deja caer, para caer él encima ahora. Cuando la cabeza de ella ya está apoyada en la almohada, él vuelve a besarla. Esta vez con algo más de picardía.
Las manos de ella rápidamente se cuelan debajo de la camiseta de él, y no se anda con rodeos porque se la quita al instante. Quiere sentirle y quiere hacerlo ya. Le acaricia la espalda, desde arriba hasta más abajo, y luego sus dedos pasean por el torso de él, donde la piel se le eriza ante el contacto. Mientras él sigue saboreando sus labios, los dedos de ella bajan hasta chocar con el botón del pantalón de Dani. Después de varios segundos jugando con esa zona de los tejanos de él, ella los desabrocha lentamente.
Son pocos los minutos que pasan hasta que ambos están completamente desnudos. En la cama, él encima. Ella debajo. Y los dos deseando empezar a hacer el amor.
- P.perdóname si no lo hago como debería... Son much.os meses sin practicar... -se disculpa él antes de hacer nada. Ella solo sonríe. Sabe que él nunca lo haría mal, pase el tiempo que pase sin hacerlo. Cuando él observa su sonrisa, se lanza a besarla de nuevo. Sus labios tocan los de ella, y sus manos palpan cada zona de su piel hasta que empiezan a hacer el amor. Después de meses sin sentirse, de miles de ganas acumuladas.
Y así pasan las horas. Con besos, caricias, palabras subidas de tono, mordiscos, suspiros y gemidos. Ambos consiguen que el otro estalle de placer, que quiera más y lo pida. Hasta que el cansancio supera todo lo demás, y terminan abrazados después de susurrarse muchos "te quiero" totalmente sinceros. No duermen, solo se limitan a escuchar la respiración del otro, a sentir como el ritmo de sus pulsaciones va bajando.

Anochece en Madrid mientras en la cocina de la misma casa, los dos hacen la cena. Una vez han cenado, charlando entre miles de sonrisas cómplices, ella busca desesperada algo en su maleta.
- Cariño, ¿has visto mis píldoras? -pregunta ella en un chillido desde la habitación. Los dos decidieron hace meses que ése sería ahora su método anticonceptivo y ella recuerda que hoy todavía no se la ha tomado.
Él se acerca y rebusca también en la maleta.
- ¡Aquí están! -le dice una vez las tiene en las manos. Ella sonríe agradecida y las coge de las manos de él.
- Gracias, voy a tomármela. -responde levantándose y yendo hacia la cocina.
Entonces él se levanta corriendo también y antes de que ella pueda coger un vaso de la encimera, habla:
- ¡Espera!
- ¿Qué pasa? -pregunta extrañada.
- No... No te la tomes... -murmura él, mirándola.
- ¿Cómo?
- No te la tomes. -repite, ésta vez más fuerte y muy cerca de ella- Quiero... Anna, quiero formar una familia contigo.
Los ojos de ella brillan ante la respuesta de él. Sonríe, quizás como nunca lo había hecho antes.
- ¿Lo di.dices de verd.dad?
Él asiente. - Completamente. Formemos una familia. Tu y yo. Aquí, en esta casa.
Los brazos de ella se enganchan al cuello de él. Y él rodea la cintura de ella con los suyos. Se abrazan, se sienten. Y las mejillas de ella pronto se vuelven húmedas por las lágrimas que corren por ellas.
- ¿E.estás s.seguro? -pregunta ella de nuevo, mirándole a los ojos.
- Anna, te quiero. Quiero estar contigo hasta el fin de mis días. Quiero que seas tú la persona que duerma a mi lado todas las noches. Quiero perderme en tus ojos azules cada mañana. Y quiero formar contigo una familia, porque quiero ser el padre de tus hijos. Quiero que me pregunten que es lo más importante de mi vida, y responder con el nombre de alguien que se apellide "Martínez Simon". Y quiero hacerlo ya, porque estoy seguro de que ésto que siento es lo suficientemente fuerte para perdurar eternamente. Te quiero, Anna y que mi familia sea la tuya es lo más bonito que me puede pasar.

Solo con un beso ella es capaz de responder a todo esto. Solo un beso que le demuestre a él, que ahora mismo, no hay mujer más feliz en el mundo que ella. Solo un beso le sirve a él para entender lo que ella piensa y siente ahora. Y después de ese beso, sus cuerpos se mueven hasta el dormitorio y se desnudan de nuevo en la cama.
Y así, piel con piel, los ojos azules de ella se fijan en el color verdoso de los de él. Se miran, sabiendo que están a punto de volver a hacer el amor. Pero esta vez, todo va a ser distinto porque ambos saben que éste es el principio de una nueva vida.
Después de años de conocerse, de peleas, de reconciliaciones, de obstáculos que parecían imposibles de derribar, ambos sienten que el amor no tiene porque ser perfecto. El amor tiene que ser mágico y solo las discusiones, los reproches, los problemas y las disculpas, los perdones y los besos de después, crean la magia. Y ellos, Anna y Dani, saben que su amor, no solo es mágico, también es eterno.

FIN.

Gracias a todos los que conmigo, han querido hacer de este sueño algo parecido a una realidad. Os espero en un par de días, aquí mismo, con una nueva historia, danna también. Siempre DANNA.