lunes, 24 de diciembre de 2012

Capítulo 7.


La miré sorprendido e intrigado.
- ¿Ah sí...? –pregunté mirándola travieso.
- Aham...
- ¿Y me vas a decir de qué...?
- No te fuiste de casa con mi pijama puesto... –me reí por como lo dijo, pero aquella respuesta me decepcionó... quizás porque yo esperaba que contestara algo como “me quedé con ganas de besarte más”.
- ¿Solo te quedaste con ganas de eso? ¿De verme salir de tu casa con tu pijama? –pregunté siendo más valiente de lo que yo mismo creía que era y acercándome a ella un poco más, quizás hasta el punto de intimidarla.
- Eh... Pues... Sí... –respondió sin mirarme a los ojos, demostrándome que no estaba diciendo la verdad. Yo sonreí satisfecho y ella me miró seria- No sonrías así...
- ¿Así? ¿Cómo?
- Así... Como si hubieses conseguido tu propósito, que no era otro que intimidarme.
Solté una carcajada y volví a mirarla y entonces me vi reflejado en sus ojos azules, transparentes y brillantes.  – Tampoco me mires así... –dijo de pronto.
- ¿Así? ¿Cómo? –volví a preguntar.
- Así... Como si me comieras con la mirada... –respondió seria, mirándome fijamente.
- Ahora me estás intimidando tú... –confesé sin apartar mi vista de ella y vi como sonreía, igual que yo sonreí hacía unos minutos.
- Tenía que devolvertela... –me dijo satisfecha y en aquel  momento me di cuenta de que estábamos demasiado cerca, lo suficiente como para notar el aire que soltó ella en un suspiro. Después de observar sus labios la miré de nuevo a los ojos, y vi como la mirada de ella descendía hacia mi boca. Se estaba conteniendo, nos estabamos conteniendo los dos.- Bueno... –murmuró separándose y tragando saliva como si tuviera la boca seca.
- Bueno... –repetí rascándome la nuca- Yo... me voy ya...
- Vale... Bueno, Dani... Ahora todos vamos a tomar algo, ¿te quieres venir?
- Sí, claro.
- Genial. ¿Esperas a que coja mis cosas y vamos juntos al bar? –asentí y observé cada uno de sus movimientos. Como guardaba todo en el bolso, como se colocaba el pañuelo en el cuello y se abrochaba la chaqueta... Todo...
Salimos de producción y cuando empezamos a caminar hacia la cafetería, mi teléfono comenzó a sonar.
- Es Cris... -dije en alto mirando mi pantalla. Anna asintió y sonrió y yo descolgué- Hola.
- Hola, amor! Acabo de salir del reportaje! -dijo ella con energía.
- Qué bien, yo estoy yendo a una cafetería con los del equipo.
- Ah... Qué pena, yo ahora estoy yendo hacia plató y me preguntaba si querías ir a tomar algo... Los dos solos... -añadió luego, en una indirecta muy directa.
- Bueno, pues... ¿Te espero en el parking? Y ya veremos a donde vamos...
- Perfecto! Chao, te quiero! -murmuré un "yo también" y colgué. Anna y yo seguimos caminando mientras yo hablaba por teléfono, por eso ya estábamos cerca de la cafetería, pero cuando vio que la conversación con Cris había acabado, frenó en seco y me miró.
- ¿Te vas, no?
- Sí... ¿No te importa, no?
- No, claro que no... -respondió con una sonrisa quizás algo fingida. Después de darle un beso en la mejilla me marché por donde habíamos venido los dos, y esperé en el parking a que llegara Cris. En realidad, tenía ganas de pasar un rato con todos los del equipo y con Anna pero también me apetecía estar con Cris, así que por eso la esperé ilusionado y pasé con ella otra tarde perfecta.
Pasamos la noche juntos y a la mañana siguiente fuimos en su coche a plató. Ella recogió su guión pero no quiso leerlo conmigo, porque tenía que hablar con Mónica de algo que yo desconocía. Aproveché para buscar a Anna y leer el guión con ella pero no estaba en su camerino, así que supuse que estaría en la terraza, fumando.

Acerté, allí estaba, echándole un vistazo a su dosier mientras le daba una calada tras otra a uno de sus cigarros.
- ¿Qué tal si dejas el cigarro, y leemos el guión juntos? -pregunté cuando ella todavía no me había visto. Levantó la cabeza, soltó el humo y sonrió.
- ¡Claro! -dijo apagando el cigarrillo y yo me senté a su lado en el suelo.
- Aún hace frío para estar aquí...
- Sí... Pero me gusta. ¿Qué tal ayer? -preguntó curiosa.
- Muy bien... Fuimos a tomar algo y luego estuvimos en mi casa. ¿Y tú que hiciste al final?
- Estuve con los del equipo, se nos hizo tarde de tanto hablar y nos quedamos a cenar todos. Estuvo muy bien.
- Me hubiera gustado haber ido...
- Elegiste el otro plan... Cosa que entiendo, es tu chica... -respondió de manera amable mirando ya su guión, como si quisiera empezar ya a leerlo pero la interrumpí con otra pregunta.
-¿Y como llevas lo de Miki?
- Bien, bien...
- ¿De verdad?
- Bueno, cuando estoy sola me entra el bajón, no te lo voy a negar. Le echo de menos muchas veces, pero hay momentos en los que ni siquiera pienso en él... Cuando estoy con los del equipo, o contigo... o con Flo... -añadió al final, arrepintiéndose quizás de ese "contigo" que a mí me hizo sonreír.
- Pues cuando quieras volvemos a cenar en tu casa...
Anna me miró y se sonrojó. - Cuando quieras tú... -respondió y noté como le daba un escalofrío.
- Te dije que hacía frío para estar aquí...
- No tengo frío...
- Sabes que sí... Ven, tonta... -ella me entendió y se acercó más a mí y yo la abracé de la cintura, su cabeza se apoyaba en mi hombro y ambos mirábamos al frente. No pensé en si en aquel momento parecía que más que amigos fuéramos otra cosa, solo quise aprovechar esos instantes con ella- Entonces, ¿cuando repetimos lo de tu casa?
- ¿El qué?
- La cena... Y los bailes... Y las copas...
- ¿Y nada más...? -preguntó mirándome fijamente, cerca, muy cerca de mí.
Yo la miré a los ojos y cuando iba a responder ella empezó a reírse para luego mirarme pícara. - Era broma... -añadió aún con ojos traviesos.
Yo volví a sonreír. - Qué pena... Yo iba a contestarte en serio...
De repente su risa se acabó. - ¿De verdad?
- No... Lo mío también era broma... -respondí riéndome ahora yo. Ella me dio un golpe en el brazo después de llamarme "imbécil" creyéndose que yo no la escuchaba. Entonces volví a reírme pero de repente me callé al ver que en esa terraza Anna y yo no estábamos solos...

viernes, 7 de septiembre de 2012

Capítulo 6.

Anna respondió al beso, incluso agarró un puño de mi camisa y me pegó más a ella. Entreabrí nuestras bocas, y aquello hizo aumentar la temperatura y la pasión del beso. Mi lengua se coló entre sus labios y viajó por su boca, sintiendo que aquel beso era el mejor que me habían dado en toda mi vida.
Pero entonces me bajé de aquella nube en la que Anna me había elevado con sus labios, y me di cuenta de cual era la realidad. Eso no podía estar pasando. Entonces me separé de ella, aunque mi cuerpo deseaba no parar, no parar en toda la noche.
- S.será m.mej.or qu.e me v.vaya... -murmuré a milímetros de sus labios, y me levanté corriendo del sofá, cogí mi abrigo y salí de su casa. Sin escuchar lo que ella me dijo, si es que me dijo algo.
Aún tambaleándome por los efectos del alcohol llegué a mi coche pero decidí dejarlo ahí y llegar caminando a casa. Estaba demasiado borracho para conducir.

Me metí en la cama solo en calzoncillos. Aún hacía frío, pero yo tenía mucho calor, demasiado.
Aquella noche no dormí, no podía dejar de pensar en lo ocurrido. Había besado a Anna y lo peor es que volvería hacerlo. Tenía ganas de ir de nuevo a su casa, y volver a saborear sus labios. Tenía ganas de hacerlo todo con ella pero no podía, yo tenía novia. Yo debería tener ganas solo de estar con Cristina, pero no... No era así.
Sonó el despertador cuando aún estaba sumergido en mis pensamientos. Me duché para despejarme pero no lo conseguí, me dije a mi mismo que aquello tenía que olvidarlo. Que jamás volvería a besar a Anna porque era solo mi amiga y que tenía que hablar con Cris, porque el día anterior no habíamos terminado muy bien.
La llamé por si quería que la fuera a buscar e ir juntos a plató, pero para mi sorpresa me dijo que ella ya estaba allí. Todo bien, hasta que recordé que la noche anterior dejé el coche aparcado cerca de casa de Anna, es decir, cerca de plató y que Cris posiblemente lo vio.

No me quedó otro remedio que ir andando hasta allí, después de tomarme una aspirina, porque sabía que el dolor de cabeza durante el día iba a ser insoportable. Me acordé de Anna, y de que ella también estaría con dolor de cabeza... y sonreí, aún no sé por qué. Supongo que el hecho de que Anna pasara por mi cabeza cada dos por tres me hacía sonreír, cuando aquello en realidad era algo parecido a una tragedia.

- Hola. -escuché una voz al entrar a mi camerino, alguien me estaba esperando y no parecía muy contenta.
- Hola, Cris. -dije girándome y dándole un pico corto, porque ambos lo quisimos así.
- ¿Qué tal? ¿Estuviste toda la tarde en casa?
- ¿Cómo? -pregunté, aquello parecía un interrogatorio.
- Sé que has venido andando, vi tu coche aparcado fuera de plató esta mañana. Y me pregunto cual es el motivo...
- Pues... Ayer Flo me llamó para unos asuntos, y luego me invitó a un par de copas. No quería arriesgarme así que llegué a casa andando y esta mañana vine aquí igual. -aquella fue la mejor excusa que mi mente pudo fabricar con la presión de la mirada asesina de Cris.
- Ahá... -murmuró haciéndome entender que no me creía del todo, pero que no haría más preguntas al respecto.
- Y hablando de Flo, tengo que ir a pedirle mi guión. Luego nos vemos.

Después de un guiño de ojos salí de mi camerino, escapándome de aquel interrogatorio del que creí salir más o menos bien parado.
Entré a Flocución casi sin llamar a la puerta.
- ¿Qué pasa, Martínez? -me preguntó Flo a modo de saludo.
- Aquí estamos... Venía a por mi guión...
Flo me lo dio y me miró.
- ¿Y qué más...?
- Bueno... Quería pedirte un favor...
- Eso suponía... Tú dirás...
- Pues es que ayer quedé con Anna. Bueno, fui a su casa a cenar y bebimos bastante. Total que decidí volver a casa andando y hoy Cris al venir vio mi coche aparcado aquí. Le he dicho que con quien me tomé un par de copas fue contigo, arreglando unos asuntos... Por si te pregunta... Ya sabes...
- Sí. Está bien. Pero... ¿has hecho algo que no deberías con Anna?
- ¡No! Para nada. -aquel beso no fue nada malo, ¿no?- Pero ya sabes como es Cris... Y prefiero no tener problemas...
- Ya... Ahora entiendo porque a Anna le duele tanto la cabeza... ¿Tú igual, no? No quiero fiestecitas cuando hay programa... -dijo riñiéndome entre risas.
- Nunca más. -respondí riéndome, abriendo ya la puerta pero aún mirándole, y cuando me giré para salir tenía a Anna pegada a mí, también despistada con intención de entrar al camerino de Flo. Pero al chocarse conmigo me miró y tras unos segundos sonrió, haciéndome sonreír a mí también.
- Hola... -dijo tímida.
- Buenos días... -respondí con la misma timidez, y dejándole paso para entrar- Nos vemos luego...
Ella asintió algo sonrojada y yo cerré la puerta, apoyándome en ella y resoplé. ¿Sabéis cuando sentís un golpe rápido y fuerte en el estómago? Justo eso sentí al verla. Justo eso.

Durante el programa sentí la presión que Cris me provocaba al estar detrás de las cámaras. Sentí que me vigilaba y odiaba eso. Pero después de publicidad tuvo que irse a un reportaje y yo me alegré de ello. Así que me mostré mucho más relajado ante las cámaras y ante Anna, a la que miraba y sonreía cada vez que tenía oportunidad.
Terminó el programa y recogí mis cosas. Antes de salir de redacción pasé por el camerino de Anna, el cual tenía la puerta entornada. Entré sin que ella se diera cuenta, y la vi rebuscando algo en su bolso, vi que al lado tenía un vaso de agua lleno.
- ¿No estarás buscando algo así? -pregunté asustándola y mostrándole una caja de aspirinas, que yo mismo había traído esta mañana de mi casa.
- Sí... No encuentro las mías... -me dijo cuando se calmó del susto.
- ¿Te duele mucho la cabeza?
- Puf... ¿Esto es lo que se llama resaca, no?
- Jajajaja, abuela, que sé que usted se ha emborrachado mucho... No vaya de santita...
- Mucho, mucho no, eh... Alguna que otra vez... Por cierto, -dijo tomándose una de mis aspirinas- esto de entrar a mi camerino sin permiso... No lo veo bien, eh...
- Ha sido por una buena causa... -dije haciéndome el niño bueno.
- Claro... Oye... Gracias por la noche de ayer...
- Gracias a ti... Me lo pasé muy bien...
- Yo... Yo también... -volvió a sonrojarse- Pero... me quedé con las ganas de algo...

domingo, 2 de septiembre de 2012

Capítulo 5.

Anna me miró sorprendida. Y yo me permití el lujo de observarla. Pijama gris, moño y ojos vidriosos de nuevo. Y aún así, estaba guapísima.
- No hace falta... -dijo cansada.
- Vamos... Me he pasado toda la tarde comprando... Traigo los mejores nachos del mejor mexicano de Madrid... Y me he puesto tu camisa favorita... -respondí apoyándome en el marco de la puerta, añadiendo una sonrisa al final.
- Bueno... Solo porque te has molestado en cambiarte y ponerte esta camisa... Conoces demasiado bien mis puntos débiles... -respondió sonriendo por fin y apartándose de la puerta para que yo pasara- Perdona el desorden... Y mis pintas...
- Jajajaja, que boba eres! Estás preciosa! -dije dejando las bolsas en la cocina.
- Calla, anda! Voy a cambiarme, ¿vale? Me tendré que poner más decente que tú estás muy guapo...
Sonreí tímidamente. - No hace falta que te cambies si estás cómoda así.
- Pero es que... Tú arreglado y yo en pijama...
- Ahora lo soluciono. Espérame aquí. -dije de pronto saliendo de la cocina y adentrándome en el pasillo del piso de Anna.
Llegué a su habitación, ya la conocía porque no era la primera vez que iba a su casa. Rebusqué en sus cajones y encontré lo que buscaba. Me cambié y salí. Sí, con pijama. Con el pijama menos "femenino" que encontré de Anna y con la camiseta blanca que llevaba ya debajo de la camisa.
- Qué flaca estás, casi ni me cabe. -dije entrando en el salón. Anna rápidamente empezó a reír.
- ¿Pero qué haces? -preguntó aún riéndose- Estás loco! -me dijo sentándose en el sofá para seguir riéndose.
- ¿A qué me queda bien? -pregunté posando con toda la feminidad que tenía dentro, que espero que fuera poca... Anna solo se reía y asentía y yo aproveché para sentarme al lado de ella- No sabes como echaba de menos tu risa...
De pronto su risa se acabó y sus labios formaron una sonrisa preciosa. - ¿De verdad?
Asentí. - Complemente. Y echaba mucho de menos hacerte reír.
Esta vez su respuesta fue un abrazo. Un abrazo que no sé quien necesitaba más de los dos, si ella o yo. Y eso que ella lo estaba pasando mal, pero yo sentía que ese abrazo era lo que yo estaba esperando desde hace tiempo.
Mantuve el cuerpo de Anna entre mis brazos durante varios minutos que quizás a mí se me hicieron demasiado cortos. Al separarse de mí note que las lágrimas estaban a punto de salir de sus ojos y ella se estaba conteniendo.
- Cuqui, llora si es lo que necesitas...
- Es que... no quiero llorar más... -dijo cuando ya caían por sus mejillas algunas lágrimas. Yo me acerqué más a ella, y sequé sus mejillas con mis pulgares.
- ¿Quieres contarme que ha pasado?
Ella asintió. - P.pues como te dije... Quedábamos poco y discutíamos... Podíamos estar semanas sin hacer el amor y parece que ninguno lo necesitaba...
- Joder. -dije sin pensar, cortándola.
- ¿Qu.é pasa?
- Nada, nada...
- Va, dime. ¿Qué pasa?
- Que tiene que ser muy tonto para no querer hacer el amor contigo... -Anna me miró conteniéndose una sonrisa y haciéndose la sorprendida- ¿Qué? No me mires así... No he dicho nada raro... -dije al ver como me miraba- Va, sigue contando... -añadí para que aquello se olvidara y entonces me sonrió y continuó hablando.
- Pues, ayer estuvimos hablando por teléfono. Y discutimos otra vez, por una tontería. Total, que le dije que este fin de semana no quería verle porque para discutir prefería aprovechar el tiempo con mi familia, y él me dijo que mejor, que tampoco quería verme. Y entonces le dije que si no queríamos vernos era mejor dejarlo y él, como si lo estuviera deseando, me dio la razón y colgó. Y supongo que ya está, se acabó... -después de terminar de hablar, sus ojos se encharcaron de nuevo y ella se los tapó con las manos.
- Este tío es gilipollas. -Anna volvió a mirarme- Lo siento. Pero, ¿cómo te deja escapar? No tiene ni idea de lo que ha hecho...
- Joder, Dani... No sabes como te necesitaba... -respondió sonriendo aún con lágrimas en los ojos, y rápidamente se enganchó a mi cuello abrazándome. Yo puse mis manos en su cintura y la pegué a mí.
- Lo siento... Esto tendríamos que haberlo hecho ayer y no hoy...
- No pasa nada. Más vale tarde que nunca, ¿o no? -me susurró al oído. Y yo sin poder evitarlo me estremecí- Llevas quince minutos aquí y ya me has hecho sonreír más que en todo lo que llevo de día y eso es lo que importa.
- Pues te queda mucha noche, baby... -dije en plan seductor haciéndola reír otra vez- ¿Cenamos? Te conozco y sé que esto de Miki está haciendo que comas poco y mal, pero a unos nachos ricos ricos no te puedes negar, ¿a qué no?
- No, la verdad es que no. -respondió levantándose y ambos fuimos a la cocina, preparamos los platos y fuimos al salón de nuevo, donde cenamos viendo una película.

Cuando la película terminó, Anna me miró esperando que yo dijera algo, que le ofreciera el siguiente plan, y así lo hice.
- Ahora viene lo mejor. -le dije levantándome y trayendo las botellas de alcohol.
- ¿Me vas a emborrachar? -preguntó pícara.
- No, te vas a emborrachar tú solita...
- Ya sabes que no soy muy de beber.
- Vamos... Esto es lo mejor para olvidarte de cualquier cosa. Te lo digo yo. -añadí riéndome.
- Bueno, si me lo dice un experto en alcohol como tú me lo creo.
- ¿Experto en alcohol? Es la manera más suave de llamarme borracho, ¿no? -pregunté haciéndome el ofendido. Y ella asentió riéndose. Y haciéndome reír a mí.

Preparé las primeras copas para ambos, bastante cargadas. Y para mi sorpresa en cuestión de dos tragos Anna se la terminó.
- Abuela, baje el ritmo que no te podré seguir...
- Ponme otra, va... -dijo cuando vio que yo también me había terminado la mía. Obedecí y después de dársela puse música.

- ¿Bailamos? -pregunté con la que ya era la tercera copa en la mano. Ella sin mediar palabra me agarró y se puso a bailar, y yo intenté seguirla.
- Creo que me está subiendo... -me confesó al oído después de beberse el último trago de la que era también su tercera copa.
- Esa es la idea... -dije yo, que también empecé a notar los efectos del alcohol.
- ¿Vas a aprovecharte de mí? -me susurró. Sí, efectivamente el alcohol le estaba subiendo.
- Intentaré contenerme... -dije pensando en alto. Yo también estaba cogiendo el puntillo. Anna sonrió y siguió bailando como una loca. Yo solo la observaba, no necesitaba más.
¿Por qué mi amiga, medio borracha, desmaquillada, despeinada y en pijama me estaba resultando tan sexy? -me pregunté varias veces durante la noche. Recordándome a mí mismo lo que alcohol me hacía olvidar por momentos: que Anna era solo mi amiga y que yo tenía novia.


- Buf... no puedo más... -dijo ella dejándose caer en el sillón cuando vio que la segunda botella estaba completamente vacía.
- Yo tampoco... Voy a ponerme mi ropa... Aunque este pijama me queda muy bien... -dije con un tono parecido al de Boris Izaguirre y mientras escuchaba su risa en el salón, me cambié en su habitación. Con los tejanos puestos y la camisa medio abrochada, me senté a su lado, con la idea de ir despidiéndome, ya era tarde y al día siguiente el trabajo nos esperaba.
- Bueno... Ya es tarde...
- Quédate un rato más... La última copa... -me dijo mirándome y yo no pude negarme. Abrí la tercera botella y nos puse una copa a ambos.
La música seguía sonando pero nosotros ya no teníamos fuerza para bailar, aunque Anna movía sus brazos al ritmo de la canción, aún sentada en el sofá.
- Eh! Me vas a echar la copa encima, loca! -dije cuando el brazo que sostenía su copa se movía cada vez más rápido. Ella se rió y yo me reí con ella, durante un rato. Estábamos borrachos, de eso no tengo duda.
- O.oye Dan.i... -empezó a hablarme ella, dejando su copa en la mesa, y paró de reírse. Se puso más seria, y se colocó en frente de mí, cara a cara.
- D.dime...
- M.mi pijama... que te quedaba... muy bien... -terminó diciendo, bastante cerca de mí.
- ¿S.sí verdad? Yo también lo cr.eo... ¿M.me lo puedo llevar a casa?
Ella se rió y asintió y ambos, como un acto reflejo, nos acercamos más. La miré a los ojos pero mi mirada quería bajar hasta sus labios y así lo hice. Observe su boca, sus labios húmedos y volví a mirarla a los ojos, para ver que ella también tenía la vista fijada en mi boca. Y entonces me mordí el labio inferior, volviendo a descender con mi mirada a sus labios.
Y supongo que el deseo invadió mi conciencia y el alcohol me empujó a ello, por eso, cerré mis ojos, recorté la distancia y la besé.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Capítulo 4.

Mierda. Anna ayer me necesitaba y yo como un subnormal no estuve con ella... Y quería volver a ser su mejor amigo, el de antes, el que no le fallaba nunca... Y en un par de días todo a la mierda. El intento se ha quedado en eso, en un simple intento.
Arranqué el coche y fui directo a plató, esperando encontrármela allí.
- ¿Ha llegado ya Anna? -pregunté a Flo cuando vino a entregarme el guión.
- Sí. Creo que está en su camerino. ¿Ya te has enterado?
- Sí. Ayer me mandó un mensaje y lo he visto hoy... Voy a hablar con ella...
- Inténtalo...

Así lo hice. Fui a su camerino, llamé un par de veces y al ver que nadie me contestaba abrí yo solo la puerta. No estaba allí. Fui a la terraza pensando que quizás estaría fumando, y acerté.
- Anna... -dije acercándome a ella, que estaba de espaldas a mí.
Ella se giró. - Hola. -dijo seca. Tenía los ojos vidriosos, y se notaba que había pasado mala noche.
- Lo siento, vi hoy el mensaje...
- Da igual. Esperé tener un amigo con el que desahogarme, y creí que ese serías tú, pero no fue así.
- Joder, Anna... Tenía el móvil apagado. No lo vi, lo siento.
- Te he dicho que da igual. Ahora no arreglas nada. Siempre pasa lo mismo. Siempre tienes una excusa preparada. Ayer no tenías el móvil encendido, el otro día Cris te llamó para ir a no sé donde y me dejaste plantada. Y así siempre y estoy harta. Ayer solo necesitaba cariño y apoyo de un amigo, pero empiezo a creer que contigo la palabra "amistad" no vale nada. -me dijo mirándome con los ojos brillantes.
- No digas eso... Siempre voy a ser tu amigo. Fue un error, lo sé... Pero ya está por favor... Voy a estar aquí siempre que me necesites.
- Ayer te necesitaba. ¿Sabes? Te necesitaba más que a nadie. ¿Y dónde estabas? ¿Qué hacías? No lo quiero ni saber. Solo sé que no estabas conmigo, no estabas con tu "amiga".
- Joder. Pero hoy estoy aquí, contigo. Vamos a tomar algo y así te despejas, ¿vale?
- No. Ahora salgo un rato con Raúl.
- Puedo ir yo también, así los dos te animamos... -dije como último intento para estar con ella.
- No. Ayer estuve con él a solas, y no me hizo falta nadie más. -respondió seria. Y esa respuesta me dolió. Demasiado.

No dije nada más y vi como se iba tras apagar el cigarro. Después de quedarme un rato allí plantado, mirando la calle y la gente que pasaba por allí, bajé de nuevo para leerme el guión.
Raúl y Anna no aparecieron a la hora de comer, se comentaba que se habían ido ellos dos por ahí y yo comí con Cristina apartados del resto.
Llegó la hora de empezar el programa y por fin la vi de nuevo. Iba preciosa. Más que cualquier otro día. Tenía un encanto especial... Un vestido azul ceñizo que marcaba cada una de sus curvas.
Aquel día me salí del guión más de lo habitual, le eché aquellos piropos que en Tonterías las Justas eran tan  comunes y en Otra Movida casi inexistentes. Y ella me respondía o simplemente sonría, con lo que yo ya me quedaba satisfecho.

- ¿Cuántos piropitos hoy, no? -me pregunto Cristina nada más terminar la reunión post-programa.
Yo resoplé. - Mira, Anna está mal. Acaba de dejarlo con Miki, es mi amiga y quiero animarla. ¿Tiene eso algo de malo?
- Hombre, estás con ella todo el programa, salgo yo diez minutos y ni siquiera me miras.
- ¡Joder! ¿Puedes dejar de querer ser el centro de atención siempre? -pregunté mosqueado. Estábamos en mi camerino y supuse que nadie nos escucharía.
-¿Cómo? ¿Qué cojones te pasa, eh!? -replicó en un grito ella.
- Lo siento. No me gusta ver mal a mi amiga, y me jode que tú quieras seguir teniendo toda mi atención. Llevo meses teniendo solo ojos para ti, ¿puedes entender que quiera estar más con la que fue mi mejor amiga durante meses, ahora que está mal?
- Que sí, lo que tú digas. Nos vemos mañana.
- Adiós. -y me acerqué a ella dejándole un beso muy corto y seco en los labios. Ella abrió la puerta y se quedó unos segundos mirándome, supongo que esperaba que fuera detrás de ella, que le pidiera pasar toda la tarde juntos, pero no lo hice. Y se fue.

Yo busqué a Anna pero me dijeron que se fue sola. Y en el parking me encontré a Raúl.
- Oye, Raúl, ¿tienes pensado ir a ver a Anna o algo? ¿Habéis quedado?
- No... Pero sí tenía pensado pasarme luego a verla. Necesita ánimos...
- Ya lo sé. Era para decirte que no hace falta que vayas, ya me encargo yo. Se lo debo...
- Vale, no te preocupes. Cuídala y anímala mucho, eh!
- Claro. Gracias, ¡hasta mañana!

Me despedí de él y me fui a hacer unas compras. Cuando terminé volví a casa para ducharme y cambiarme. Me puse una camisa de cuadros que sabía que a Anna le gustaba, porque siempre que me veía con ella me lo decía. Y cuando ya eran algo más de las 8 de la tarde, me metí de nuevo en mi coche, dirección a su casa.
Con las bolsas en la mano, llamé a cualquier otro timbre para que me abrieran la puerta de abajo, y así pude subir hasta la puerta de casa de Anna sin que ella supiera nada. Una vez allí, llamé a su timbre y esperé a que me abriera.
A los pocos segundos, la puerta se abrió.
- Traigo risas, cariño, apoyo, cena y alcohol. ¿Dejas que te compense mi última cagada? Prometo hacerte olvidar cualquier cosa que te haga daño.

domingo, 19 de agosto de 2012

Capítulo 3.

Me dio un par de besos en la mejilla y salió de mi coche. Cuando se volvió a despedir de mí con la mano desde dentro de su portal, arranqué el coche para ir a casa.

Me di una ducha larga, para intentar olvidarme de todo. Me dije a mí mismo que todo esto era una tontería. Que sí, que me encantaba estar con Anna y que con ella me olvidaba de todo, pero eso no significaba nada. Era mi amiga, siempre lo fue y nunca fue nada más que eso. Aunque quizás en muchos momentos deseé que esa barrera de amistad/amor se rompiera pero hacía tiempo que no lo deseaba, hasta hoy, que volvieron mis dudas. No puede ser, no puede ser que por solo pasar una tarde con ella todo lo que había conseguido se derrumbara.
Así llegué a mi cama, donde me metí convencido de que mañana sería otro día, y de que todo volvería a estar como antes. Cristina y yo juntos. Nada más.

El despertador sonó a eso de las 10 de la mañana. Miré mi móvil y tenía un par de llamadas de Cristina y un mensaje.
" Hoy no tengo report, desayunamos juntos?"
Perfecto. "Claro, te paso a buscar en media hora".

Desayunamos en un bar cercano a su casa y me lo pasé bien. Como siempre que estaba con ella. Hice todo lo posible por centrarme en ella únicamente, y por no comparar la diversión que sentía con ella y la que sentía con Anna, por miedo a que Cristina saliera perdiendo.
Oculté el detalle de que el día anterior pasé la tarde con Anna, porque sé que eso a Cris no le habría gustado del todo, o básicamente nada. Y así llegamos a plató. Leí el guión con ella y hasta la hora de comer no vi al resto del equipo.
Con el plato ya en la mesa, vi como Anna llegaba. Le sonreí a modo de saludo, y recibí lo mismo por su parte. Se sentó al lado de Flo, que a su vez estaba a mi lado. Y así empezamos a hablar entre los tres, bueno, Cris también quería formar parte de la conversación, aunque había muchos comentarios que no entendía, ya que eran bromas que solo entendíamos nosotros tres.
- ¡Pero si el parchís es muy divertido! -dijo Anna cuando Flo se estaba burlando de ella, y yo no pude evitar reírme.
- Jajajajajaja, ¡estás hecha una abuela! -dije entre risas.
- ¡Habló! El aficionado al bingo! -replicó ella mirándome y riéndose también. Yo me reí y Flo se extrañó.
- ¿Y eso? -preguntó.
- Éste, que ayer me llevó al bingo! ¡Y luego me llama a mí abuela! -respondió Anna riéndose todavía más. Y Flo se rió también, entendiéndolo todo. En cambio Cris, que escuchó toda la conversación, me echó una mirada fulminante. Y yo me quedé serio.
- ¿Cómo? -me preguntó Cristina, quizás demasiado alto, captando la atención de toda la mesa. Y se levantó enfadada para irse del comedor. Yo resoplé y me levanté también, para ir a buscarla.
- ¡Espera, Cris! -dije saliendo del comedor. Pero ella no me hizo caso y siguió el camino hacia su camerino. Poco antes de que llegara a su puerta, conseguí alcanzarla- Lo siento. -dije mirándola.
- ¿Lo siento? O sea, ayer me dices que estás cansado y que no te apetece quedar, y hoy me entero de que te fuiste con tu amiguita al bingo!
- Me apetecía quedar con ella, ¡hacía mucho que no quedábamos!
- ¿Y qué? ¿Te divertiste mucho? Porque ir al bingo debe de ser muy divertido! -respondió en tono burlón. Pues sí, me lo pasé genial. Pero obviamente eso no se lo dije, ya que no quería enfadarla más.
- Déjalo ya. Lo siento, debí habértelo contado, pero no quería enfadarte. -dije más calmado.
- Déjame. Ya hablaremos. -y cerró de un portazo metiéndose en su camerino.

Yo volví al comedor para terminar de comer y nada más entrar todos me miraron. Pasé de largo y me senté en mi sitio, y Anna al verme se sentó a mi lado.
- ¿Qué ha pasado? ¿He dicho algo malo? -preguntó preocupada en un susurro, para que nadie más escuchara nuestra conversación.
- Cris no sabía que ayer tú y yo habíamos quedado... No se lo dije.
- Lo siento, no lo sabía...
- No te preocupes. No es tu culpa. Debí habérselo contado.
- Pero, ¿por qué se enfada? Es una tontería.
- Cris es muy de enfadarse por tonterías... Estoy acostumbrado... -respondí resignado.
- Pues vaya... Bueno, supongo que la quieres tal y como es, ¿no?
- Supongo que sí... -contesté sin la certeza de estar diciendo toda la verdad.

A Anna la llamaron para ir a maquillaje y yo terminé de comer rápidamente para volver a disculparme con Cris. Pero a ella también la llamaron para maquillarse y el programa empezó sin poder haber hablado con ella.
Al acabar el programa la busqué y la convencí para irnos juntos. La llevé a una heladería y después fuimos a mi casa. Me disculpé las veces que creí necesarias, y conseguí su perdón.
Pasamos el resto de la tarde en la cama. Y sentí que eso era muy rutinario. Yo la cagaba, le pedía perdón, ella se hacía de rogar, yo la invitaba a algún sitio o le compraba algo que le gustara, y nos reconciliábamos en la cama, haciendo el amor sin parar.
Pero había otras muchas cosas de ella que me gustaban y supongo que por eso estaba con ella y hacía todo lo posible para que nuestra relación no se rompiera.

Hicimos el amor una vez más y caí rendido al otro lado de la cama.
El despertador volvió a sonar a la misma hora de siempre. Cris se había ido porque tenía reportaje y yo desayuné solo.
De camino al programa encendí el Iphone, ya que Cristina el día anterior me dijo que lo apagara para que nadie nos interrumpiera.
Segundos antes de abrir el coche, me frené en seco mirando la pantalla de mi móvil.
16 llamadas de Anna. La primera a las 7 y media, y la última a las 12 menos cuarto de la noche.
Y un mensaje.
"Miki y yo lo hemos dejado, necesito hablar con alguien."

miércoles, 15 de agosto de 2012

Capítulo 2.

Se lo pensó unos segundos, me miró y sonrió.
- ¿Eso es un sí? -pregunté.
- Sí... ¿A dónde me llevas?
- Sorpresa.
Ella sonrió. - ¿Vamos en tu coche?
- No, podemos ir andando. -respondí y entonces vi como su cara cambiaba- Abuela, está a dos calles, no tendrá que andar demasiado.
- Vaaaale... -murmuró entre risas. Ser tan vaga, en ella, parecía un encanto.

Efectivamente, cruzamos dos calles y ya estábamos allí.
- Eh, ¡ya sé a donde vamos! -me dijo de pronto ilusionada.
- Ya tardabas... Pensé que ni te acordarías...
- Bueno, es que hace demasiado tiempo que no venimos aquí... ¿Ves? A eso es a lo que me refiero.
- ¿Cómo? -pregunté sin entender nada.
- Da igual. Mejor lo hablamos una vez estemos dentro.

Y así entramos al bar, aquel bar al que íbamos casi cada tarde al acabar el programa. A veces con Flo, con Juanger, o con cualquier otro compañero o amigo, y a veces, ella y yo solos. Y sí, supongo que tenía razón, hacía demasiado tiempo que no íbamos allí.

- ¡Hombre! ¡Los de "Tonterías"! -exclamó el camarero al vernos. Nosotros sonreímos- ¡Cuánto tiempo sin veros por aquí!
Anna me miró. Como diciendo "¿ves? te dije que hacía mucho que no veníamos" y yo de nuevo entendí que las cosas habían cambiado demasiado este tiempo.
- Pues sí... -respondió ella después de un corto pero incómodo silencio.
- ¿Y qué vais a querer?
- Pues a mí me pones una Cocacola, y a ella un café solo.
Y entonces fui yo el que miró a Anna. Y ella me respondió a la mirada, esta vez acompañada de una sonrisa cómplice.
- Vaya... Te acuerdas de lo que siempre pedía... -me dijo una vez el camarero se alejó de la mesa con el pedido apuntado en la libreta.
- Claro. -respondí. Y ella sonrió.- Bueno, ¿qué me querías decir cuando dijiste que hacía demasiado tiempo que no veníamos aquí?
- Pues Dani, ya lo sabes. Desde hace meses estás distante. Y ésta es una prueba más de ello. En "Tonterías"  pasábamos muchas tardes aquí metidos, y dime, ¿cuántas veces hemos venido aquí desde que empezó "Otra Movida"?
Yo me quedé callado. - Ya... Supongo que llevas razón...
- Claro que la llevo. No sé que ha pasado, ni siquiera sé si yo he hecho algo malo, pero no eres el mismo.
- No digas eso. -respondí una vez teníamos lo que pedimos en la mesa- No has hecho nada malo. Supongo que la vida me ha cambiado demasiado. -confesé.
- ¿Por tener una relación estable? Vamos, no digas tonterías. Yo también tengo una relación estable y nunca cambié contigo.
- Pero tu y yo somos diferentes. ¿Sabes cuánto hace que una relación me dura más de tres meses? Ni yo lo recuerdo. Y con Cris voy en serio.
- Me parece perfecto, lo que no veo bien es que te distancies de mí y dejes de ser tan amigo como antes.
- Lo siento... Esta vez intentaré ser como siempre.
- No es la primera vez que me dices esto... Pero supongo que soy demasiado tonta y aquí estoy otra vez, dándote otra oportunidad...
- No te defraudaré. -dije con la mejor intención- Bueno, cuéntame... ¿Qué tal con Miki?
Anna resopló ante mi pregunta. - Bueno... Ahí vamos...
- ¿No estáis bien? -pregunté extrañado.
- Pues... Nos vemos poco, y cuando nos vemos discutimos... Así que supongo que muy bien no estamos...
- Vaya... No lo sabía...
Ella sonrió, porque supongo que no tenía una mejor respuesta. - ¿Y tú con Cris?
- Bien, muy bien... -me limité a decir. Quería aprovechar la tarde para hablar de otras cosas que no fueran nuestras respectivas parejas.
Cuando me di cuenta, su café se había terminado, así que me bebí el último trago que le quedaba a mi Cocacola y me levanté para pagar.
- ¿Vamos? -pregunté de pie a su lado.
- Claro. -se levantó y salió del bar.- Bueno, gracias por invitarme.
- ¿Te estás despidiendo ya? -pregunté.
- Sí... ¿no? -dijo insegura.
- Bueno, tenía pensado llevarte a otro sitio...
- ¿Ah sí? -su cara cambió, creo que aquello le hizo ilusión.
- Claro. ¿Quieres?
- ¡Sí! Pero si vamos en coche...
Riéndome asentí. - Está bien...
Llegamos hasta mi coche hablando de tonterías y una vez estábamos montados en él me preguntó.
- ¿Tienes el disco aquel que tanto me gustaba?
- Está en su sitio. -respondí. Y ella, como si aquel fuera su coche, abrió la guantera y rebuscó hasta encontrarlo.
- ¿Lo puedo poner? -preguntó con él en la mano.
- Hombre... Ya que me has desordenado todo lo que había en la guantera, por lo menos que sirva de algo...
Y mientras se reía lo puso. Y empezó a sonar una de sus canciones favoritas, y así lo demostró cantando como una loca a mi lado.
- "Cambiar un “no me creo nada” por “te quiero, chaval”, cualquier excusa, una chorrada, es buena para brindar, soltar en una carcajada todo el aire y después respirar."

Y así todo el camino. Mientras la escuchaba pensé en todas las veces en las que la llamé "abuela" o "vaga" y me di cuenta que, en realidad, Anna era la persona con más vitalidad que había conocido nunca. Y eso me hizo sonreír. 
- ¿Ya hemos llegado? -preguntó cuando estaba aparcando el coche. No contesté porque la respuesta era obvia, y así lo entendió ella. Bajamos del coche y miró a su alrededor- ¿Esto es en serio? -preguntó una vez vio donde estábamos. Yo me reí- Dani... ¿me has traído al bingo? 
- Sí. 
Y ella se empezó a reír. 
- Estás tonto... ¿Y se puede saber por qué me has traído aquí? 
- Bueno, es que aquí sé que te sentirás como en casa. -dije entre risas- Y además, tenemos algo pendiente, ¿recuerdas?
- ¿Aún sigues con eso? -me preguntó riéndose todavía más.
- Hombre, cuando me quedaba un número para cantar bingo me cambiaste el cartón y al final te llevaste tú el premio, tramposa. Eso no iba a quedar así. 
- Jajajajajaja, ¡pero si con el dinero que gané te invité a cenar! ¡La cuenta está más que saldada! -replicó ella con toda la razón del mundo- Esto es una excusa porque tienes ganas de jugar al bingo, y claro... Me traes a mí como coartada para no parecer un abuelo... ¡Pero lo eres!

Negué con la cabeza mientras ambos nos reíamos. No sé muy bien por qué la llevé allí, supongo que necesitaba verla así, riendo a carcajada limpia gracias a alguna de mis tontadas.
Y pasamos toda la tarde en el bingo, riéndonos de cualquier cosa, hasta que eran algo más de las 9 de la noche y decidimos que era hora de irnos. 
- Pues hoy no nos hemos llevado nada... -dijo ella cuando ya la estaba llevando a casa en coche. 
- No... Eso debe de ser una señal para que volvamos otro día... -respondí y ella volvió a reírse. 

- Bueno... Gracias por la tarde de hoy... Lo necesitaba... -me dijo cuando llegamos a su portal. 
- Yo también lo necesitaba... Mucho... -respondí con total sinceridad. 
Después de sonreír, volvió a hablar. - Pues... Nos vemos mañana... 
- Sí... Buenas noches... 
- Buenas noches... -respondió cuando nuestras miradas se cruzaron para quedarnos mirando fijamente. Y fue ahí, cuando mis ojos se fijaron en sus ojos azules, cuando entendí que solo bastaba una tarde con ella para que mis pensamientos se descolocaran por completo. 

martes, 7 de agosto de 2012

Capítulo 1.

Me dormí sin recibir respuesta al mensaje. Y me desperté igual. Nada, ni un solo "no te preocupes" o ni siquiera un "no te creo". Nada.
Después de desayunar y prepararme, salí directo a plató. Cris no iba conmigo, tenía un reportaje, y muy en el fondo me alegré de ello. "Podré hablar con Anna" me dije a mí mismo.
Grabé un par de cosas con Flo para el programa, y cuando me disponía a ir a mi camerino a leer el guión de ese día, vi como ella entraba por la puerta principal de producción.
- ¡Anna! -la llamé, cuando empecé a caminar hacia ella. Anna me miró con el semblante serio.
- Hola. -me dijo secamente cuando llegué a su lado.
- ¿Leíste el mensaje de ayer?
- Sí.
- ¿Por qué no respondiste? -pregunté.
- No tenía nada que responderte.
- Joder... -dije mirando al suelo. Aquella respuesta no me gustó nada.
- ¿Joder qué? Con un "lo siento" no arreglas nada, Dani. ¿Tengo que recordarte que ayer me dejaste tirada?
- ¡Ya lo sé! -exclamé algo irritado- ¡Pero te llamé para explicarte lo que me pasó!
- Ah sí. Que Cris se había emperrado en ir a no sé donde y necesitaba con urgencia que la acompañaras...
- ¡Exacto! ¿Y qué querías que hiciera?
- ¿Decirle que no? ¿Quizás explicarle que ya tenías otros planes? Mira, dejemos el tema. No tengo nada más que hablar contigo.
- Pero Anna...
- Dani, -dijo cortándome- ya está. Hasta luego.

Resoplando observé como ella se alejaba. Estaba claro que la había cagado. Ella misma ayer, enfadada conmigo, me dijo que llevaba tiempo diferente. Quizás tenía razón, y llevaba unos meses distante... Tenía claro que debía arreglar aquello de alguna manera y un "lo siento" no era suficiente.

Hicimos el programa y en la publicidad estuve con Cristina, aunque yo tenía la cabeza en otro lado. Cuando terminamos y ya eran casi las 6 de la tarde, Cris se me acercó.
- Cariño, voy al centro a hacer unas compras ¿quieres venir?
El plan no me apetecía nada, así que le dije lo que sentía.
- No... No me apetece. Hoy estoy cansado... Nos vemos mañana, mejor.
- ¿Mañana? ¿No quieres que duerma hoy en tu casa? -preguntó ofendida.
- No, ya te he dicho que estoy cansado... Pásatelo bien, y no gastes mucho, eh. -dije en broma, para evitar que se enfadara. Pero no, ni una sonrisa saqué de ella. Me dio un pico muy corto y muy seco y se fue de allí.

Sin darle mucha importancia a eso, esperé en la puerta a que Anna saliera ya que quería hablar con ella sobre todo lo sucedido. Y cuando por fin vi su pelo rubio, me acerqué.
- Anna... ¿Quieres ir a tomar algo conmigo?
Sus ojos se abrieron como platos al oír mi pregunta. ¿Tan raro era que yo le ofreciera un plan? Se quedó pensativa unos segundos, hasta que respondió:
- No... Será mejor que nos veamos mañana.
- ¿Por qué?
- Porque sí. Además, tengo cosas que hacer. -dijo de pronto.
- ¿Qué cosas? -pregunté intrigado.
- Cosas...
- El ganchillo puede esperar...
Y por fin conseguí que sus labios formaran una tímida sonrisa, que ella rápidamente quiso esconder.
- No te creas. Estoy terminando mi bufanda.
- Simon, estamos en marzo, cuando la termines se te estará echando el mes de agosto encima.
- Pues ya la tendré para el invierno que viene. -replicó orgullosa, haciéndome sonreír.
- ¿Entonces, te vienes...? -pregunté de nuevo.
- No. Sigo enfadada contigo. -respondió cruzándose de brazos.
- Vamos... Sabes que lo pasaremos bien... No me puedes decir que no...

lunes, 6 de agosto de 2012

Nueva historia. Prólogo

- Buf... Ha estado genial... -me dijo mientras yo me dejaba caer agotado en el otro lado de la cama.
- Sí... -respondí no muy convencido. La verdad es que mientras hacíamos el amor estuve distraído pensando en lo que me sucedió aquella misma tarde.
Cuando me di cuenta, estaba solo en la cama. Supuse que Cris había ido al baño, y de nuevo me sumergí en mis pensamientos.
Las cosas no estaban yendo bien o eso parecía, pero yo no encontraba problemas, hasta que Anna, después de lo sucedido aquella misma tarde, me dijo que había cambiado y que no era como ella pensaba.
Quise olvidarme de eso cuando Cris volvió y se tumbó a mi lado. Parecía cansada y dispuesta a empezar a dormir, así que, después de darle un beso, me giré para dormir yo también. Pero no podía, seguía dándole vueltas a todo lo ocurrido. ¿Pensar toda la noche en lo mismo era señal de arrepentimiento? Supongo que sí,  supongo que en ese preciso momento, me di cuenta de todos los errores que cometí en los últimos meses y por eso cogí mi teléfono, busqué su número en mi agenda, y le mandé un mensaje:

"Lo siento, Anna".

NUEVA HISTORIA.

Después de algo más de un año subiendo capítulos de mi primera historia danna, creía oportuno acabarla, como hice hace un par de días.
Pero, en vista del éxito y de lo cómoda que me siento escribiendo una historia así, he decidido hacer otra, como ya dije hace un tiempo.

Tal y como vosotros me pedisteis, vía twitter, la historia estará protagonizada por Dani Martínez y Anna Simon, igual que en mi primera historia. Pero habrá cambios. Por ejemplo: después de hacer una encuesta en este mismo blog, se decidió que el narrador, ésta vez, fuera Dani.

En un rato, subiré el prólogo de esta nueva historia. Espero que os guste tanto o más como la anterior.
El diseño del blog también está cambiado, aunque es provisional.

Os espero en el blog con la nueva historia, que empezará en pocos minutos.

sábado, 4 de agosto de 2012

Epílogo.

5 de septiembre de 2013. Aeropuerto de Bajaras. Madrid. 

Ya eran las 16.30h. Su llegada se estaba retrasando unos minutos.
Él la espera en el aeropuerto, tiene muchísimas ganas de verla, pero está tardando demasiado. 
Por fin empieza a salir gente. Él la busca entre todas las personas que van saliendo, sin embargo, no la ve.
De pronto, le parece verla saliendo despistada. Siempre despistada. Mirando de un lado a otro. Hasta que sus miradas se cruzan. Sí, es ella, por fin ha llegado.
Ahora ya no hay gente de por medio, hay un largo pasillo que les separa. Ella quiere llegar a su lado cuanto antes y lo intenta cuando empieza a correr, pero lleva sus tacones, sus zapatos preferidos que le hacen el camino realmente complicado. Decidida se los quita, y con ellos en una mano, y la maleta en otra, corre descalza mientras decenas de personas la miran.
Él la espera con los brazos abiertos, quiere abrazarla, hace mucho tiempo que no lo hace.
Su melena rubia se mueve con el aire que golpea su cara. No queda nada, unos pasos más y estará en sus brazos.

Y al fin uno está frente al otro, él la mira embobado, está preciosa, como la última vez que la vio o incluso más. Ella se abalanza sobre él, y él la estrecha en sus brazos. Ambos respiran el perfume del otro y sonríen, porque ya están juntos de nuevo. Pasan los minutos y no se separan. Para ambos el tiempo se ha parado.
Entonces ella le mira. Observa sus ojos verdosos y brillantes y baja la mirada hasta sus labios. Coloca sus manos en cada lado de las mejillas de él, y ambos se acercan, para besarse. Para saborear los labios del otro.
Quizás éste es uno de sus mejores besos, porque hacía demasiado tiempo que no se besaban. Todo un verano sin tocarse, sin sentir el calor del otro, un verano que para ellos ha sido como todo un año, o como todo un siglo.
Con los ojos cerrados, con sus labios unidos, siguen sintiendo esas cosquillas en el estómago. Como el primer día, como la primera vez.
- Te quiero... -dice ella cuando sus labios se separan durante un segundo.
- Te adoro... Te he echado mucho de menos... -le responde él, que sigue perdiendo la compostura cuando se ve reflejado en el mar azul que ella tiene por ojos.
- ¿Vamos a casa? -pregunta ella con los ojos encharcados.
- Vamos...

Y tras un tímido beso, él coge la maleta, ella se pone sus zapatos y cogidos de la mano salen de allí. Ya no tienen el dilema de ir a casa de él, o a casa de ella. Ahora los dos saben donde deben ir. A casa, a casa de ambos. Aquella casa que él compró para sorpresa de ella. Y que ambos decoraron a su gusto, siempre entre risas, besos y caricias.
Durante el viaje en coche ella le cuenta miles de cosas, todo lo que hizo en Canadá. Sí, ha pasado todo este verano en Canadá con sus amigas. Era una oferta imposible de rechazar, ahora que ella vivía en Madrid no las veía tan a menudo como le gustaría, así que este viaje era la oportunidad de vivir todos los momentos que la distancia le estaba impidiendo compartir con sus amigas.
Él la escucha mientras está atento a la carretera. Para él ha sido un verano infernal. En Madrid, en Astorga, en otros muchos sitios pero sin ella... Pero cada vez que recordaba que ella lo estaba pasando bien, él sonreía. Si ella era feliz, él también lo era. Se conformaba con las llamadas telefónicas, con las fotos que ella le mandaba. Eso y el hecho de que cada vez quedaba menos para verla, le ayudaban a aguantar la distancia.

- Por fin. Por fin en casa. -dice ella cuando entra en el salón. Él nada más cerrar la puerta, se acerca a ella y la eleva con sus brazos.
- Por fin estás aquí...
Y ella, sostenida en los brazos de él une de nuevo sus labios.
- Que ordenada la tienes! -exclama observando el salón desde arriba.
- Será porque cierta rubia desordenada no ha pisado esta casa en 3 meses... -murmura él con el tono suficiente para que ella le escuche.
- Puede ser... Siento desilusionarte pero esto en un par de horas va a estar patas arriba... -le dice ella, que aún está siendo sostenida por los brazos de Dani.
- Ya... Como siempre que estás tú aquí... Pero bueno si ordenar la casa cada dos por tres significa que tú estás aquí, me compensa... -responde él, que ahora la mira a los ojos. Ella responde con un beso, dulce y suave.
- ¡Oye! Que tú tampoco eres tan ordenado, eh! -replica ofendida.
- Ya, pero a tu lado soy el más ordenado del mundo... Dame otro beso, anda... -le pide poniendo morritos y cerrando los ojos. Al segundo ya nota los labios húmedos de ella pegados a los suyos. Y sonríe dentro del beso, porque nadie puede hacerse una idea de cuánto ha echado él de menos esta sensación.
Cuando la pasión que conlleva el beso aumenta, él la baja de sus brazos y pronto vuelve a besarla. Ella rodea su cuello con sus manos, y las manos de él descienden de nuevo a sus caderas o quizás más abajo. Anna camina hacia atrás y Dani sigue sus pasos. 3 meses fuera de casa no le han hecho olvidarse de cada una de las habitaciones de ésta, así que llega perfectamente a la habitación de ambos. Donde está su cama esperándoles. Y donde Dani la deja caer, para caer él encima ahora. Cuando la cabeza de ella ya está apoyada en la almohada, él vuelve a besarla. Esta vez con algo más de picardía.
Las manos de ella rápidamente se cuelan debajo de la camiseta de él, y no se anda con rodeos porque se la quita al instante. Quiere sentirle y quiere hacerlo ya. Le acaricia la espalda, desde arriba hasta más abajo, y luego sus dedos pasean por el torso de él, donde la piel se le eriza ante el contacto. Mientras él sigue saboreando sus labios, los dedos de ella bajan hasta chocar con el botón del pantalón de Dani. Después de varios segundos jugando con esa zona de los tejanos de él, ella los desabrocha lentamente.
Son pocos los minutos que pasan hasta que ambos están completamente desnudos. En la cama, él encima. Ella debajo. Y los dos deseando empezar a hacer el amor.
- P.perdóname si no lo hago como debería... Son much.os meses sin practicar... -se disculpa él antes de hacer nada. Ella solo sonríe. Sabe que él nunca lo haría mal, pase el tiempo que pase sin hacerlo. Cuando él observa su sonrisa, se lanza a besarla de nuevo. Sus labios tocan los de ella, y sus manos palpan cada zona de su piel hasta que empiezan a hacer el amor. Después de meses sin sentirse, de miles de ganas acumuladas.
Y así pasan las horas. Con besos, caricias, palabras subidas de tono, mordiscos, suspiros y gemidos. Ambos consiguen que el otro estalle de placer, que quiera más y lo pida. Hasta que el cansancio supera todo lo demás, y terminan abrazados después de susurrarse muchos "te quiero" totalmente sinceros. No duermen, solo se limitan a escuchar la respiración del otro, a sentir como el ritmo de sus pulsaciones va bajando.

Anochece en Madrid mientras en la cocina de la misma casa, los dos hacen la cena. Una vez han cenado, charlando entre miles de sonrisas cómplices, ella busca desesperada algo en su maleta.
- Cariño, ¿has visto mis píldoras? -pregunta ella en un chillido desde la habitación. Los dos decidieron hace meses que ése sería ahora su método anticonceptivo y ella recuerda que hoy todavía no se la ha tomado.
Él se acerca y rebusca también en la maleta.
- ¡Aquí están! -le dice una vez las tiene en las manos. Ella sonríe agradecida y las coge de las manos de él.
- Gracias, voy a tomármela. -responde levantándose y yendo hacia la cocina.
Entonces él se levanta corriendo también y antes de que ella pueda coger un vaso de la encimera, habla:
- ¡Espera!
- ¿Qué pasa? -pregunta extrañada.
- No... No te la tomes... -murmura él, mirándola.
- ¿Cómo?
- No te la tomes. -repite, ésta vez más fuerte y muy cerca de ella- Quiero... Anna, quiero formar una familia contigo.
Los ojos de ella brillan ante la respuesta de él. Sonríe, quizás como nunca lo había hecho antes.
- ¿Lo di.dices de verd.dad?
Él asiente. - Completamente. Formemos una familia. Tu y yo. Aquí, en esta casa.
Los brazos de ella se enganchan al cuello de él. Y él rodea la cintura de ella con los suyos. Se abrazan, se sienten. Y las mejillas de ella pronto se vuelven húmedas por las lágrimas que corren por ellas.
- ¿E.estás s.seguro? -pregunta ella de nuevo, mirándole a los ojos.
- Anna, te quiero. Quiero estar contigo hasta el fin de mis días. Quiero que seas tú la persona que duerma a mi lado todas las noches. Quiero perderme en tus ojos azules cada mañana. Y quiero formar contigo una familia, porque quiero ser el padre de tus hijos. Quiero que me pregunten que es lo más importante de mi vida, y responder con el nombre de alguien que se apellide "Martínez Simon". Y quiero hacerlo ya, porque estoy seguro de que ésto que siento es lo suficientemente fuerte para perdurar eternamente. Te quiero, Anna y que mi familia sea la tuya es lo más bonito que me puede pasar.

Solo con un beso ella es capaz de responder a todo esto. Solo un beso que le demuestre a él, que ahora mismo, no hay mujer más feliz en el mundo que ella. Solo un beso le sirve a él para entender lo que ella piensa y siente ahora. Y después de ese beso, sus cuerpos se mueven hasta el dormitorio y se desnudan de nuevo en la cama.
Y así, piel con piel, los ojos azules de ella se fijan en el color verdoso de los de él. Se miran, sabiendo que están a punto de volver a hacer el amor. Pero esta vez, todo va a ser distinto porque ambos saben que éste es el principio de una nueva vida.
Después de años de conocerse, de peleas, de reconciliaciones, de obstáculos que parecían imposibles de derribar, ambos sienten que el amor no tiene porque ser perfecto. El amor tiene que ser mágico y solo las discusiones, los reproches, los problemas y las disculpas, los perdones y los besos de después, crean la magia. Y ellos, Anna y Dani, saben que su amor, no solo es mágico, también es eterno.

FIN.

Gracias a todos los que conmigo, han querido hacer de este sueño algo parecido a una realidad. Os espero en un par de días, aquí mismo, con una nueva historia, danna también. Siempre DANNA.

jueves, 19 de julio de 2012

ÚLTIMO CAPÍTULO: Ataques de locura.

- Anna, será mejor que te vayas. -me dice Flo después de oír las últimas palabras de Dani. Yo emocionada me deshago de la mano del chico que acaba de arriesgar su trabajo por mí, y salgo de allí con las lágrimas a punto de salir.

Hoy no tenemos tiempo para hacer la reunión previa al programa, ya que Dani y Flo han estado mucho rato en Flocución hablando. Quiero saber que ha pasado y cuando veo a Dani entrar a plató voy directa a él.
- Dani, ¿qué ha pasado? -él se limita a resoplar y yo me quedo con las ganas de escuchar una respuesta, porque ya nos llaman para empezar el programa. Cuando éste termina vuelvo a ir directa a Dani, pero ni siquiera me deja que le pregunte nada.
- Anna, será mejor que te vayas a Mollet.
- No quiero, quiero saber que ha pasado, por favor.
- No vas a poder hacer nada aquí, de verdad, será mejor que te vayas y yo cuando sepa algo más te llamaré. ¿Vale?
Resignada le hago caso y antes de que empiece a anochecer llego a casa. Miro el móvil una y otra vez. Nada. Ni una sola llamada, ni un solo mensaje. Preocupada me tumbo en la cama con la intención de dormir, pero el sonido de mi Iphone me quita el poco sueño que había conciliado.
"Cariño, está todo aclarado, más o menos... Estas cosas no se hablan ni por teléfono ni por mensaje, así que cuando nos veamos te lo explicaré todo. Por cierto, mañana voy a Astorga. Buenas noches, princesa"

¿Cuándo nos veamos? ¿Y cuando tiene intención de verme? ¿El lunes? ¿Cree que soy capaz de pasar todo este fin de semana sin saber nada?
No paro de pensar en toda la noche y doy vueltas en mi cama hasta que por fin me duermo.

Sábado. No sé qué hora es, pero mi teléfono no deja de sonar. ¿Raúl?
- ¿Hola?
- Hola Raúl, buenos días.
- ¿Buenos días? ¿No te has enterado?
- ¿De qué? ¿Qué pasa?
- Anna, enciende ahora mismo el ordenador. En Vertele acaban de publicar una noticia sobre el programa, deberías leerla.
- ¿Cómo? Vale, ahora mismo lo hago.
- Bueno, solo quería avisarte. -está nervioso y me está entrando miedo- Si te enteras de algo más, dímelo por favor, que todo esto me ha pillado por sorpresa.
- No sé a que te refieres, pero si me entero de algo te lo diré. Un beso y gracias.

Camino de un lado para otro esperando a que el ordenador se encienda. Por fin, voy corriendo a internet. "Vertele.com" tecleo nerviosa.
"Otra Movida cierra en Neox y abre otro show en laSexta" 
"Dani Martínez se desliga del grupo Antena3 para hacer otros proyectos con Flipy" 

¿Pero, pero esto qué es? Leo de arriba a abajo toda la noticia. No puede ser, no me lo creo. Pero después de lo de ayer... todo encaja. ¿Y Dani? ¿Dani se va? ¿A Cuatro? ¿Con Flipy? ¿Y no pensaba decirme nada?
Le llamo pero no me lo coge.
¿No decía que estas cosas se hablaban en persona? Pues habrá que ir a buscarle.

Me ducho y como ya hace calor decido no secarme el pelo. Shorts, sandalias y camiseta de tirantes.
Después de horas de viaje llego a León. Durante el viaje me metí en twitter y vi que había miles de personas mencionando a Dani pidiéndole una explicación, pero él no ha respondido a ninguna. Debe de estar agobiado, y si está así, ya sé en que lugar de Astorga está y voy hacia allí.

Efectivamente, aquí está. Le veo de espaldas, sentado en la orilla del lago. Sí, estoy en aquel famoso rincón de Astorga donde Dani me llevó y me enseñó aquella cabaña y aquel lago tan precioso. Sin mirarle me siento a su lado. Él gira la cabeza y me ve. Yo me mantengo mirando al frente y él se mantiene callado, supongo que sorprendido por verme.
- Sabía que estarías aquí.
Veo como sonríe mientras niega con la cabeza. Vuelvo a mirar al frente y él hace lo mismo.
- Tú siempre sorprendiéndome... -habla él por primera vez.
- Bueno, creo que hoy el que ha sorprendido has sido tú.
- Lo has leído, ¿no?
- Sí. -seguimos mirando al frente ambos- ¿Es verdad? ¿Te vas a Cuatro?
Me atrevo a mirarle y él al darse cuenta de que le miro, me mira también con sus ojos verdes y, esta vez, algo vidriosos.
- Sí, es cierto.
Se crea un silencio. Y él vuelve a mirar hacia otro lado. Yo sigo mirándole.
- ¿Por qué no me dijiste nada?
- Porque hasta ayer no supe que me iba. Me lo ofrecieron hace días, hice un par de reuniones y no sabía que hacer, pero ayer lo tuve claro.
- ¿Por qué?
- Porque no quiero perderte.
- Mírame...
- ¿Qué? -dice mirándome y noto como sus ojos están más vidriosos todavía.
- ¿Has dejado un trabajo por mí? -me acerco a él, hasta pegar nuestros cuerpos.
- Por nosotros. ¿Sabes? No sé si trabajar con Flo en laSexta me hubiera salido bien. Tampoco sé si trabajar con Flipy en Cuatro va a ser un acierto. Lo único que tengo claro ahora mismo, es que sin ti no puedo vivir. Y me da igual trabajar en Cuatro, en laSexta o en un supermercado de cajero si al llegar a casa vas a estar esperándome con una de esas sonrisas que me enamoraron el primer día que te vi.

Me mira fijamente, y yo me siento incapaz de aguantarle la mirada porque no voy a poder evitar soltar alguna lágrima. Cojo fuerzas, y de nuevo observo sus ojos verdes.
- Estás loco... -le susurro a pocos centímetros de sus labios.
- Sí... Completamente loco por ti...
Y entonces no lo pienso. Agarro su camiseta y la estiro hacia mí para que esos pocos centímetros que nos separaban desaparezcan. Noto sus labios húmedos pegados a los míos, deseosos de saborearme, de besarme hasta el fin de nuestros días. Su mano me acaricia el cuello, la nuca, el pelo y cuando le muerdo el labio inferior, presiona sus dedos en mi espalda.
- ¿Y ahor.a qu.e va a p.asar...? -pregunto entre besos cuando recuerdo que mi vida está completamente desordenada.
- Ahor.a va.mos a s.er fel.ices. Y en u.nas se.manas v.amos a se.r lib.res... Q.uiero hace.rte fel.iz, Anna... Es lo ú.nico qu.e qu.iero y ne.cesito...
- De eso estoy segura... -digo separándome totalmente- Pero me da miedo mi futuro, ¿y si Flo no cuenta conmigo en laSexta?
- Flo cuenta contigo. Me dijo que quería seguir trabajando contigo, que ahora mismo no había nadie mejor que tú para acompañarle en otro proyecto.
- ¿De verdad?
- Claro. ¿Crees que alguien es capaz de desaprovechar tu talento? Además, Flo te adora. A pesar de todo te quiere como si fueras sangre de su sangre, y lo sabes... No llores anda... -dice cuando ve una lágrima resbalando por mi mejilla- Me da mucha pena dejar de trabajar con él... Pero era la única salida, y tanto él como yo lo sabemos...
- ¿Estáis enfadados?
- No... No podría enfadarme con la persona que ha confiado en mí desde el principio... Me siento mal, culpable... como si le estuviera traicionando ¿sabes? Pero él no se ha cansado de repetirme que me entiende, que lo que más desea es que tú y yo sigamos juntos, porque ve que lo nuestro es amor... -empieza a emocionarse- Le dije que algún día volveríamos a trabajar juntos, cuando el amor y el trabajo fueran compatibles y estoy seguro que algún día eso pasará... ¿Verdad? -asiento sonriente.
- Te quiero tanto, Dani...
- Y yo a ti, cuqui... Dentro de unas semanas nadie estará prohibiendo nuestro amor, nadie va a decirme que no puedo besarte cada vez que me apetezca, vamos a ser muy felices...
- Yo ya soy feliz...
- Yo también... Aunque me falta algo...
- ¿El qué?
- Que me beses, que hace rato que no lo haces, y no aguanto más...

Me acerco a él para besarle de nuevo y él sonríe cuando nota mis labios pegados a los suyos. Esta vez soy yo la que entreabre nuestras bocas para envolvernos de pasión y loca de deseo me siento sobre él dejando que ponga sus manos en mis caderas, o más abajo de ellas.
- Mmm.. ¿y si celebramos lo felices que somos? -le digo todo lo sexy que puedo hacerlo. Él me devuelve una media sonrisa demostrándome que si alguien aquí es sexy, es él.
- ¿Vamos a la cabaña? -pero yo niego con la cabeza y miro alrededor para comprobar que esto está muy solitario- ¿Y a dónde vamos?
Pero no le respondo. Me levanto y dándole la espalda, me quito la camiseta.
- ¿Eh, qué haces?
Le sigo ignorando, cuando ahora es mi pantalón el que cae al suelo.
- Simon, no me hagas esto...
Esta vez mi única respuesta es una sonrisa. Vuelvo a estar de espaldas a él para que pueda observar como mis dedos deslizan el cierre del sujetador, hasta desabrocharlo y hacerlo caer. Él sigue sentado, supongo que mirándome y ardiendo de deseo. Camino hacia delante y cuando noto el agua del lago en mis pies, recuerdo que sigo llevando una prenda de ropa puesta, pero no tardo en quitármela y estar completamente desnuda. Sigo hacia delante, no miro atrás y solo escucho murmuros de Dani, que debe estar dudando entre ser correcto y convencerme de que salga de aquí o hacer esta locura conmigo. Por fin me meto completamente en el agua, se está genial... pero me falta él. Entonces noto sus manos en mi cintura, girándome para observarle. Aquí está, olvidándose de ser correcto y haciendo esta locura conmigo.
- Por fin... esto no era lo mismo sin ti... -digo enganchando mis piernas en su cintura y rodeando su cuello con mis manos.
- Me encantan tus ataques de locura...
- A mí me encantas tú... -entierro mi cabeza en su cuello y le dejo dulces besos haciéndole estremecer.
- ¿S.sabes que pu.eden v.vernos?
- Que nos vean... - y ahora son mis dientes los que se clavan en su piel.
- Buf... me vuelves loco... -presiona sus manos en mi trasero pegándome más a él. Parece que empieza la acción y me encanta, porque tengo muchas ganas.

Clavo mis uñas en su espalda mientras me besa efusivamente, chocando su lengua con la mía, uniendo nuestros labios y dejando sus suspiros en mi boca.
- Hazme... h.hazme el a.amor...
Y por fin, aquí, cubiertos por el agua, siento como empieza a hacerme el amor... Lentamente, mientras me sujeta con sus manos, mientras yo con mis dedos descubro cada una de las fibras de su piel... Noto como la temperatura va subiendo al mismo tiempo que él aumenta el ritmo. Mis manos rodean su cuello, mis dedos agarran su pelo cada vez más fuerte porque cada vez es más intenso el placer que me hace sentir
Me besa el cuello provocándome mil sensaciones, haciendo que mi respiración se acelere por momentos y mis gemidos se queden en el aire, en este lugar tan perfecto que él me enseñó y que ha sido testigo de nuestro amor. 
Ahora soy yo la que marca el ritmo, porque esto termina y quiero darle lo mejor de mí. Parece que lo consigo cuando veo que se muerde el labio, que suspira en mi cuello y que me pide más a cada instante. Y cuando de nuevo me besa como solo él sabe hacerlo, siento que los dos estamos terminando, que bajo el agua uno ha hecho disfrutar al otro como nunca, como si fuera nuestra última vez, cuando en realidad, tenemos toda la vida para repetir esto, para decirnos que nos queremos a cada minuto, mientras hacemos el amor como dos locos que solo pretenden amarse hasta el fin de los días. 


Y aquí, en este lago, en estas aguas cristalinas, rodeados de árboles iluminados por el sol, siento que hoy nada puede estropearme esto. Que este ataque de locura sella todos los momentos vividos y por vivir, porque él mismo me enseñó que la vida necesita locuras, momentos en los que la razón desaparece, porque fue así, como empezó nuestra historia. Justo en el aquel momento en el que me di cuenta que el mundo podía desaparecer cuando mis labios probaban los suyos. Que aquella vida tan organizada que tenía se desvanecía con cada una de sus sonrisas traviesas.
Y sí, con todas sus idas y venidas, con todos sus momentos de cobardía, con sus arrebatos de orgullo y sus palabras bonitas volvía mi mundo cada vez más loco, pero ¿qué sería de mí sin sus locuras? Nada. Porque si hoy soy feliz es gracias a él, a cada una de sus meteduras de pata y a cada uno de sus intentos por borrar mis lágrimas y dibujarme sonrisas.

Él, Dani Martínez es el amor de mi vida.

domingo, 15 de julio de 2012

¡IMPORTANTE! ESTA HISTORIA SE TERMINA.

Bueno, como muchos sabéis ya, ha llegado el fin de esta historia!
El próximo capítulo que suba será el último y seguramente después de este último capítulo haya un epílogo de la historia.

¿Y después del fin de esta historia? Pues EMPEZARÉ OTRA, y será danna también. Mismos protagonistas pero narrador y muchas otras cosas diferentes.

Espero que esta historia que empecé hace algo más de un año, os haya gustado y espero que disfrutéis de su final.
Y por supuesto, espero que continuéis visitando este blog, porque será aquí mismo donde, al par de días de acabar esta historia, empiece la nueva.

GRACIAS POR LEER ESTOS CAPÍTULOS, POR COMENTARLOS Y POR SEGUIR ESTE BLOG!

jueves, 12 de julio de 2012

Capitulo 158: Échame a mí.

Miro a Dani y él me mira a mí. Noto preocupación en sus ojos, y eso no me tranquiliza nada.
- Er.era Fl.o.... -digo ya con un nudo en la garganta.
- Shh... -me abraza para protegerme, aunque sé que él tiene el mismo miedo que yo- Vamos a su camerino, anda...
- Tengo miedo...
- Anna, mírame. Todo va a salir bien, ¿vale? -asiento.

Bajamos hasta Flocucion. Ninguno de los dos mantiene el paso firme. No quiero que pase nada malo, pero no lo voy a poder evitar. Flo nos prohibió estar juntos y nos saltamos su norma completamente. Ahora nos pilla y no sé que va a pasar, pero sé que no va a ser bueno.
Dani que parece que tiene más fuerzas que yo, llama a su puerta.
- Pasad. -se oye desde dentro.
Dani me deja paso, pero le pido que entre él primero. Le sigo hasta dentro. No quiero mirar a Flo... Dani no se sienta, por lo tanto yo tampoco. Me quedo de pie a su lado. Miro al suelo. Dani se aclara la voz ¿va a hablar? No, se queda callado.
- ¿No vais a decir nada? -pregunta Flo cabreado.
- ¿Va a servir de algo? -pregunta Dani. Entonces me atrevo a mirar al frente, y veo a Flo que me mira fijamente, esperando que hable. Pero me mantengo al margen de la conversación.
- Os habéis saltado mi norma. Y yo como un subnormal creyendo que me hacíais caso.
- Yo ya te dije que yo quiero a Anna, y quiero estar con ella. Y me da igual si me lo impides tú o. -Flo le corta.
- Anna ¿tú no piensas decir nada?
Mierda, me toca hablar. Y creo que no tengo voz.
- Flo... yo... -miro de nuevo al suelo. No quiero llorar pero no me puedo aguantar. Dani me rodea con su brazo- No sé qu.e d.decir...
- No podéis estar juntos. -dice firme.
- Vamos a estar juntos. -responde Dani más firme todavía.
- ¿Ah sí?
- Sí. Aún no entiendo tu puta norma de no poder estar juntos.
- Es sencilla. He tenido que tragar malas caras entre vosotros, y eso aún lo podía soportar. Pero he tenido que llevar a Anna al hospital. ¿Tú sabes que es eso?
- Yo también estuve. -dice Dani nervioso.
- Sí. Pero la llevamos al hospital porque se desmayó por un problema vuestro. ¿Crees que soy capaz de consentir que eso vuelva a pasar?
- No va a v.volver a pa.s.ar... -intervengo.
- Eso no lo sabes. Además no soy el único que impide esto. Desde arriba también me dicen que no quieren relaciones. Porque igual que os coméis con la mirada durante algunos programas, también os detestáis en otros. Y eso no lo vamos a consentir.
- P.pero Fl.o...
- No llores, Anna. No me hagas esto. Las normas son las normas.
- A mí esta norma me la suda. Estoy enamorado de Anna. ¿Tú podrías separarte de tu mujer porque 3 personas no quieren que esteis juntos? Pues yo tampoco puedo separarme de Anna.
Se crea un silencio incómodo.
- Hay algo que tenéis que saber. -dice Flo de pronto- El programa se termina.
- ¿C.cómo?
- Dani ya sabía algo. -miro a Dani sorprendida.
- Pero tú me dijiste que no dijera nada a nadie. -se excusa él.
- Ya lo sé. La cuestión es que dentro de un mes Otra Movida se termina. Me han ofrecido un programa en laSexta.
- ¿Y vas a contar con nosotros? -pregunto ya con miedo a saber su respuesta.
- No lo sé. Ni siquiera sé si en el programa de hoy vais a estar los dos presentándolo.
- ¿Qué quieres decir?
- Que ya sabíais las consecuencias de esto. Saltarse mi norma os va a traer muchos problemas, entre ellos la posibilidad de que os mande a los dos a la calle.
- Flo, sabes que si tu solución va a ser echarnos, con echar a uno de los dos basta.
- En todo caso seré yo el que decida.
- Pero es que no me da la gana, no la vas a echar. Sabes que te arrepentirías. Échame a mí.
- Dani, por favor... -agarro con fuerza su mano, no quiero que diga nada más.
- No, Anna. Flo, te lo digo desde ya. No voy a separarme de Anna hasta que ella no me lo pida. Voy a quererla hasta el fin de mis días, y si eso conlleva que me eches, estoy dispuesto a irme a la calle. ¿Te queda claro?

lunes, 9 de julio de 2012

Capitulo 157: Todos los días de mi vida

Abro la mano y cojo lo que Dani ha puesto en ella.
- Ya puedes abrir los ojos.
Los abro y observo detenidamente lo que tengo en mis manos.
- Dani... ¿un cepillo de dientes?
Él sonríe.
- Bueno, dicho así un poco cutre sí que suena....
- Hombre... -no sé que hacer. No sé como interpretar esto.
- Pero a ver, que no es un simple cepillo de dientes.
- ¿Ah no? -vuelvo a mirarlo observando sus detalles, igual hay algo que se me escapa, pero no le encuentro nada especial, la verdad...
- Anna.... Este cepillo de dientes es tuyo, a partir de ahora eres tú la que lo va a utilizar. Pero este cepillo de dientes no va a estar en tu casa, va a estar en la mía.
- ¿Có.cómo? -pregunto ya emocionada.
- Quiero formalizar esto más si cabe. Quiero que mi casa sea tu casa, y que la tuya sea la mía. No te estoy pidiendo que nos vayamos a vivir juntos, quizás las circunstancias nos lo impiden, pero nadie va a quitarme la ilusión de ver tu cepillo de dientes al lado del mío. Quiero verte a mi lado cada mañana, que tus ojos sean el sol que me quite el sueño, quiero despertarme antes que tú, que por otro lado no es difícil -se ríe- y poder traerte el desayuno a la cama. Todos los días de mi vida.

Le abrazo con todas mis fuerzas. Es el mejor regalo que me han hecho nunca. Todas mis dudas, todos mis miedos se han desvanecido, porque sé que me quiere, y que me va a querer el resto de su vida.

- Entonces, ¿aceptas?
Asiento poco antes de besarle como él mismo me enseñó a besar. De aquella manera tan mágica, donde los labios pasan a ser las almas, y donde los besos pasan a ser el lenguaje de los sentimientos, del amor...
- Vamos a la cama... A nuestra cama....-digo con impaciencia mientras le beso.

Y entre las sábanas, me desnuda lentamente. Y después de muchos días, vuelvo a sentirme deseada, y amada por el mejor hombre que he conocido nunca. Toco el cielo con las yemas de los dedos, gracias a cada una de sus caricias y durante horas estoy en las nubes, porque haciéndome el amor, Dani consigue siempre llevarme a lo más alto.

Miro el reloj, 20.30h. Todavía tengo tiempo. 
- Eh, ¿a dónde vas? -dice cogiéndome de la cintura y empujándome hacia atrás para que quede tumbada a su lado. 
- Voy a salir un momento. Tú quédate aquí.
- No, cuqui... Quédate conmigo... 
- No tardo, de verdad... -me visto y después de darle un beso en los labios salgo de casa. 


Llego a los 15 minutos de haber salido y me lo encuentro haciendo la cena. 
- ¿A dónde has ido?
- Ah... no se sae. 
- Venga, boba... Dímelo... -le cojo de la mano y lo llevo al baño. 
- Cierra los ojos. -cuando veo que ya los tiene cerrados, dejo el cepillo de dientes que acabo de comprar al lado del mío. Su cepillo de dientes.- Ya los puedes abrir. 
Mira detenidamente todo el baño. La pared, el suelo, la bañera. Le miro y veo que sonríe. Sigo el camino de sus ojos y veo que los tiene fijados en nuestros cepillos de dientes. 
- Faltaba tu cepillo aquí... 
- ¿Lo ves como es imposible no quererte? Te quiero mucho mucho mucho... -y besándome me lo demuestra de nuevo. 


Pasamos días geniales. Podríamos decir que tenemos dos casas, unas noches dormimos en la suya, otras en la mía... Pero siempre dormimos juntos, y cenamos juntos, y desayunamos juntos... Aunque luego cada uno tiene que ir por su lado a plató porque lo nuestro sigue estando prohibido, y por tanto sigue siendo secreto.


Estoy en nuestro rincón de la terraza esperándole. No debe de tardar mucho. Ahí viene...
- Estás impresionante... -dice después de verme, ya que llevo puesto un vestido para hacer el programa.
- Tú también... Me encanta esta camisa...
- Por eso me la he puesto... Cariño, ¿hoy te vas a Mollet?
- Sí, ya echo de menos a mis padres...
- Ya... Yo aprovecharé para ir a ver a mis padres también...
- Copión... jajajaja. Oye, ¿podrás llevar al aeropuerto?
- No... Tengo que hacer un par de cosas...
- ¿Qué cosas?
- Nada... Unas reuniones y tal... ya te contaré...
- No me gustan estos misterios, eh...
- Si tienes que saber algo, lo sabrás...
- Bueno, vale...
- Te voy a echar mucho de menos este finde... -se acerca...
- Y yo... A ver como aguanto sin tus besos...
- Mmm... -roza su nariz con la mía- ¿y si te beso ahora mucho para compensar estos dos días sin besarnos?
- Buena idea...

Se acerca hasta que ya no hay distancia que nos separe. Noto sus labios pegados a los míos y se me escapa un suspiro de placer. Entreabre lentamente mi boca para convertir este beso en una mezcla de pasión y deseo irrefrenable.
- Te haría el amor aquí mismo... -me dice poniendo sus manos en mi trasero y presionándome contra él. Yo le beso de nuevo con más ganas que la vez anterior. Creo que esto se nos va de las manos pero ahora mismo me da bastante igual... Sus labios se pegan a mi cuello.
- No... no v.vayas por a.ahí qu.e no m.me contr.o.lo...
Entonces sus labios vuelven a pegarse a los míos y creo que de todas formas no voy a poder controlarme.

Pero entonces una voz nos interrumpe, para cortarnos el rollo definitivamente.
-¡Lo sabía! ¡Sabía que no podía confiar en vosotros! Daniel, Anna, ¡ahora mismo a mi camerino!

viernes, 6 de julio de 2012

Capitulo 156: Una propuesta

Cojo la nota y voy hacia casa de Dani. Sí, son las 3 de la mañana, pero me da igual. Llego y en lugar de llamar al timbre, cojo el bolígrafo que cogí de casa y escribo por la parte de atrás de su nota.

"¿Sabes? Yo tampoco soporto esto, pero no fui yo la que habló de que cada uno necesitaba su espacio. No lo tengo superado, solo he salido igual que tú. Y si no contestaba al móvil es porque me lo dejé en casa, porque estaba harta de mirarlo todas las noches esperando una llamada o mensaje tuyo, y no ver nada. Hasta mañana."


Vuelvo a casa con lágrimas en los ojos. Debí llamar a su timbre y hablar las cosas pero no me atrevo. Por lo menos sé que quería arreglarlo, que no se ha olvidado de mí...
No duermo en toda la noche porque no dejo de pensar en Dani, en lo duras que se me están haciendo las noches sin él a mi lado y en las ganas que tengo de que esto se arregle...

Me levanto mucho antes de que suene el despertador y me preparo para ir a plató. Una vez allí me meto en mi camerino. Me dispongo a leer el guión cuando alguien llama a mi puerta. 3 toques. Dani. Pero no entra. Abro y no está. Subo a la terraza porque sé que me está esperando allí. Voy a nuestro rincón y tampoco está. ¿Dónde cojones se met.
- Vaya... 3 días sin hablar y todavía nos entendemos con un par de gestos. -escucho su voz detrás de mí.
- 3 toques en mi puerta, si abro y no te veo es que estás aquí esperándome. No es tan complicado. -sonríe- Echaba de menos tu sonrisa...
- Echaba de menos que me hicieras sonreír... -sonrojada bajo la mirada al suelo- ¿Cómo estás?
- Cansada... -le miro de nuevo.
- ¿Resaca? -pregunta algo molesto.
- No. Noches enteras pensando en ti. -ahora es él el que baja la mirada sonrojado- ¿Tú cómo estás?
- Bueno... No muy bien...
- No me gusta que no estés bien...
- No puedo hacer nada para estar bien...
- ¿Y yo puedo hacer algo?
Se encoje de hombros.
- Quizás...
- ¿Qué puedo hacer?
- Sonríe.
- ¿Cómo?
- Necesito verte sonreír. -sonrío- ¿Ves? Ahora estoy mejor.
- Eres tonto... -extiendo mis brazos para que se acerque a mí.
- ¿Qué quieres...?
- Ven... -se acerca, me mira.
- ¿Sabes? Todavía me pongo nervioso cuando te miro a los ojos.
- ¿Ah sí...?
- Ajam... -se acerca más- Tú también estás nerviosa, no vayas de fuerte...
- ¿Yo? -pregunto haciéndome la dura.
- Sí, tú. -pone sus manos en mis caderas por debajo de mi camiseta. Me estremezco- ¿Ves?
- No sé de que hablas...
- ¿Ah no? -se acerca todavía más- Te he echado de menos... -sus susurros chocan con mi cuello.
- ¿D.de ver.d.dad?
Me mira y asiente.
- Mucho...
- Dani...
- Dime.
- Te quiero...
Me muestra una de esas sonrisas que me enamoraron de él y se acerca hasta besarme. Saboreo sus labios como si nunca más pudiera probarlos. Dejo mis manos en su nuca y acaricio su cuello al compás de sus manos en mi espalda y de nuevo soy feliz. Gracias únicamente a él.
Se separa de mí mientras me da muchos picos cortos y me dice que me quiere al mismo ritmo. Entonces me abrazo a él, porque sí de algo estoy segura, es de que la felicidad que siento entre sus brazos, no la siento de ninguna otra forma.
- ¿Me perdonas? -dice aún cuando me tiene agarrada.
- ¿Por qué tengo que perdonarte?
- Por no contarte que me iba a una casa rural, por decirte que necesitaba mi espacio, por haber permitido que hayamos estado tan distantes estos últimos días, por no decirte que te quiero desde hace demasiado tiempo, por no haberte llevado el desayuno a la cama todas estas mañanas...
- No tengo que perdonarte eso... No lo necesito... Solo quiero tener la seguridad de que no vas a cansarte de mí....
- La tendrás...


Por fin hacemos un programa de los buenos, de los que me encantan. Donde hay salidas de guión y muchísima química entre nosotros. Flo no sospecha nada de nada y aún no lo entiendo, porque la cara de tonta enamorada que se me queda cada dos por tres mirando a Dani, es bastante escandalosa...
Salgo de mi camerino para irme a casa. Decido pasar por el parking para ver si veo a Dani para quedar luego.
- ¡Dani! -le llamo desde lejos cuando veo que se está montando en el coche. Lógicamente no me escucha y veo como se marcha. Ni siquiera se ha despedido. No hace ni 3 horas que lo hemos arreglado, espero que éste no sea el comienzo de otro problema.

Vuelvo a casa desganada. Me pongo el pijama y me hago un vaso de leche. Voy a pasarme toda la tarde viendo series.
De pronto el timbre interrumpe mi magnífico plan de abuela.
- Anna, soy Dani. ¡Abre! -y yo con estas pintas... Abro y ahí está, él sigue igual de guapo que esta tarde- Hola, peque. ¿Puedo pasar?
- Sí, claro.
- Ya sé que antes no me he despedido de ti al acabar el programa, pero que sepas que es por una buena causa.
- ¿Ah sí?
- Sí, te he comprado algo.
- ¿Qué es?
- Cierra los ojos. Solo te adelanto que es un objeto, y que ese objeto conlleva una propuesta...

jueves, 5 de julio de 2012

Capitulo 155: Más que superado


- Voy un momento al baño. –me levanto y salgo de maquillaje. Voy directa al camerino de Dani y entro sin llamar.
- ¿Qué pasa? –me pregunta después de girarse alterado por el portazo que pego cuando entro.
- ¿Qué has hecho este fin de semana?
- ¿Cómo?
¿¡Qué has hecho este fin de semana!? –repito pero subiendo el tono.
- Em...
¿Lo tienes que pensar? ¿No sabes si mentirme o no, no? Pues no hace falta que busques algo para mentirme, he escuchado a Cris diciendo que fue a una casa rural contigo.
¿Solo conmigo?
¿Qué hablas?
Que no fuimos ella y yo solos, Anna. No te alteres antes de hora. –intenta agarrarme de los brazos pero me deshago de él.
Me altero cuando tengo motivos.
No, porque ahora no tienes motivos. Fuimos un grupo de amigos. Éramos muchos. Con Cris estuve un rato en todo el fin de semana. Ven, siéntate. –me dice después de sentarse él en su sofá.
No quiero. Te quejas porque yo no te aviso de que me voy a Mollet pero yo me tengo que enterar por Cris de que estás un fin de semana en una casa rural.
Joder, estaba cabreado porque quería hacer cosas contigo este finde y te ibas a ir sin decirme nada. Me propusieron el plan y decidí ir. Vamos Anna, ¿éste es el recibimiento que me vas a dar un lunes por la mañana? –se acerca a mí.
Es parecido a la despedida que me diste tú el viernes. –suspira y cuando parece que empieza a hablar llaman a la puerta.
Pasa.
Dani... –es Cris- Uy, Anna. Hola. Pensé que estabas en el baño. –yo sonrío porque no se me ocurre hacer otra cosa- Bueno, era para concretar lo de esta noche, pero veo que estás ocupado. Vengo luego. –le guiña un ojo y se va.
¿Lo de esta noche?
Sí, dijimos de ir a tomar unas copas. Pero también con más amigos, no empieces.
Flipo contigo, Dani. Así es como tú me echas de menos. Pasas un fin de semana con tus amigos y lo que se te ocurre hacer un lunes por la noche es quedar con ellos otra vez, en lugar de estar conmigo.
- Joder, es que estamos todo el día discutiendo. No sé, pensé que necesitábamos cada uno su espacio.
- Ah, ahora resulta que cada uno necesita su espacio. Bueno, si es lo que tú crees.
- ¿Tú no piensas eso?
No. Antes no, ahora alomejor sí. Pásatelo bien esta noche.


Vuelvo a maquillaje y paso lo que queda de día como puedo. El programa acaba y veo como Dani habla con Cris, supongo que sobre esta noche. Los celos me comen por dentro, así que decido que esta noche yo también debería salir. Convenzo a los del equipo para ir a tomar algo más tarde.

Pasan un par de días y las cosas siguen parecidas. Dani y yo no hablamos apenas, aunque creo que seguimos juntos. Esto de tener demasiado orgullo los dos no nos conviene, pero de momento no quiero hablarle y parece que él a mí tampoco.
Annita, ¿esta noche también te vienes a cenar con nosotros?
Sí. Hoy me apetece pizza.
Pues pizza para todos. –es Raúl. La verdad es que cuando salgo con ellos me despejo bastante, aunque nunca consigo sacarme de la cabeza a Dani.

Cenamos pizza y luego nos vamos a tomar unas copas. Con la tontería llego a casa a las 3 de la mañana. Entro en mi salón y mi tacón resbala con algo. ¿Qué mierd. Oh, espera... Es una nota.

“He estado 4 horas esperando en tu puerta, no soporto más esto. Quería arreglarlo, porque me estoy volviendo loco sin ti pero creo que tú lo tienes más que superado. Como no contestas al móvil tengo que dejarte esta mierda de nota aquí. Hasta mañana.”

Capitulo 154: Discusiones

- Tú dirás...
- Tengo otros planes.
- Ah, ¿cuáles?
- He quedado con Cris y otros amigos.
- Está bien. Pensé que era algo grave por la cara que tenías...
- Yo pensé que te enfadarías...
- ¿Por que quedes con tus amigos? ¿Qué imagen tienes de mí?
- No es eso. Es que como últimamente discutimos por cualquier cosa.
- Eso no es así.
- Sí que lo es, otra cosa es que no quieras verlo.
- O que tú quieras ver problemas donde no los hay.
- ¿Qué quieres decir?
- Nada. Déjalo. -digo bajando el tono, ya que estábamos hablando demasiado alto para estar todavía en mi camerino. Él resopla.
- ¿Ves? Ya estamos discutiendo otra vez. -dice rascándose la nuca.
- Mira, sal con tus amigos, que te hace falta.
- Pues sí. Igual ése es el problema, que estoy todo el día en tu casa o en la mía.
- ¿Y te he obligado yo, acaso?
- No.
- ¿Pues entonces que estás diciendo?
- Nada, no estoy diciendo nada.
- Mira, mejor me voy. Que te lo pases bien. -y cierro de un portazo.

Decido dar una vuelta antes de ir a casa para despejarme. Supongo que él tiene razón, y llevamos un par de días discutiendo por cosas que antes ni nos importaban. Y supongo que éste miedo a perderle, a ver que esto no está tan bien como yo quiero, me impedía aceptar que las cosas no están bien.

Viernes. Llego a plató cabreada, desde el portazo de ayer con Dani no he sonreído. No sabéis la rabia que me da estar enfadada con él cuando sé que ambos nos queremos, o eso quiero pensar.
Le veo por primera vez en la reunión anterior al programa, me sonríe tímidamente y yo hago lo mismo. Sonrisa fingida la de ambos, lo sé.
El programa transcurre normal, hasta que entra Cris y noto ciertas sonrisas entre ella y Dani. Celos no, Anna, celos no.

- ¿A dónde vas? -su voz me interrumpe cuando me iba a casa.
- A casa. Tengo que coger unas cosas antes de ir a Mollet.
- ¿Te vas a Mollet? -asiento- ¿Y no avisas?
- ¿Para qué?
- Pues para saberlo, joder. Que soy tu -se queda callado y mira alrededor- novio, o ¿no?
- Sí. -sonrío, aún siento cosquillas cuando dice esa palabra que en su boca suena tan bien: "novio".
- Pues nada, que te lo pases bien.
- Lo mismo digo. -y veo como se marcha enfadado.

Fin de semana infernal. Echándole de menos a todas horas, queriendo llamarle, hablar con él. Y reprimiéndome por mi orgullo igual que él, que ni se ha dignado a mandarme un mensaje.
Llego el lunes a plató con unas ganas inmensas de verle, de decirle que ya no quiero estar mal con él porque no soporto un solo día sin ser la causante de su sonrisa. ¿Dicen que lo mejor de pelearse es la reconciliación, no? Pues allá vamos.
Entro a maquillaje para buscarle, pero no está.
- Anna, quédate, así te maquillamos y ya tenemos menos faena acumulada. -me dicen, así que lo de buscar a Dani tendrá que esperar. Cris también viene a maquillaje, pero primero deciden peinarla. Veo que está mirando su cámara de fotos, cuando Ruth la interrumpe.
- ¿Y esta foto? -le preguntan
- Es de este finde con Dani, que fuimos a una casa rural.

No... No p.puede s.ser...