Capitulo 125: Inconsciente

- ¡Qué cojones haces tú, Anna!
- Pero ¿qué pasa, Dani? -le pregunto asustada.
- Ibas a fumar! Eres una inconsciente, ¿no ves que no puedes? -dice más calmado.
- Eh... No sé, no lo pensé. -digo mirando al suelo arrepentida.
- Nunca piensas nada, ni lo que dices, ni lo que haces.
- ¿Qué quieres decir? -le miro fijamente.
- Nada, déjalo. -dice apartándome la mirada.
- Últimamente te gusta dejarme intrigada con tus comentarios. -le digo mientras recuerdo lo que Flo me tiene que contar.
- ¿Qué quieres decir? -me pregunta esta vez él.
- Nada, déjalo. -y sonrío ligeramente al ver que hemos cambiado los papeles. Levanto la mirada y veo como mirándome no sonríe, está serio.
- Dame el paquete de cigarros. -me ordena más serio todavía.
- No. -pongo mi mano sobre el bolsillo derecho de mi chaqueta, protegiendo el paquete de tabaco.
- Dámelo. -se acerca a mí.
- No. -digo más nerviosa por verle tan cerca.
- Anna, dámelo. -niego con la cabeza y le aguanto la mirada- Anna Simon dame el paquete de tabaco, ya!
- No te lo voy a dar... Dani Martínez. -y vuelvo a sonreír tímidamente.
- No estoy jugando. -me mira con el semblante serio, jamás le había visto así.
- Yo tampoco juego.
- ¿Ah no? ¿No juegas con tu vida, verdad? ¿No fumas mientras posiblemente estás embarazada, no?
- Ya te he dicho que no lo he pensado, estaba nerviosa y lo necesitaba.
- ¿Y qué pasa, solo te relaja el tabaco, o qué?
- No... Pero es que lo que más me relaja no lo tengo... -se apoya a mi lado en la pared y suspira al entender que lo que más me relaja es él. Me estremezco al notar su cuerpo un poco pegado al mío. Me mira pero yo miro al frente, mueve su mano y aprovecha que estoy bloqueada para quitarme el paquete de tabaco del bolsillo- ¿Qué haces? Dámelo.
- No pienso dártelo. Estos cigarros van a la basura, y si todavía tienes algo de coherencia no te compres ninguno más.
- Me compraré lo que yo quiera. -digo enfadada y orgullosa.
- Sé que no lo harás, porque sabes que es peligroso, y porque no quieres conocer las consecuencias.
- Las consecuencias me dan igual. Si lo hago es porque yo quiero, no porque tú me lo digas.
- Ya. Y otra cosa. Qué sea la última vez que dejas el plato lleno y no comes nada.
- Joder, déjame ya. ¡Deja de controlar mi vida! -me pongo frente a él y me sonríe divertido- Ahora soy yo la que no juego! ¿Qué pasa, qué ahora te importo? -de repente me mira serio, deja de apoyarse en la pared y se acerca a mí.
- Estoy harto. ¿De donde te sacas la idea de que alguna vez me has dejado de importar? No hay día que no me preocupe en ti, en tu salud y en... -dice mirándome la barriga- A ver si te queda claro que no soportaría que te pasara algo porque te quiero más que a cualquier persona en este  mundo, te quiero más que a mí mismo, joder!